Rain o'er me!
"Maldoblestar de la luz en la sombra, de la sombra en la luz." Camus, alias Boghart, carisma sin carisma, arroja su icónico cigarro a un lado de la carretera; el cigarro explota, provocando daños serios y una escena jodidamente imperdible digna de las peores películas de acción.
Primer plano a la cara de Camus. Absoluta frialdad; semisonrisa burlona. No se da la vuelta, y no parece darse cuenta del lío que acaba de provocar (los gendarmes ya están hartos de darle avisos, así que como si no pasara nada. un escritor tiene inmunidad diplomática, después de todo. ¿ironía atribuírle tal cosa al único que se quejó de que no castigaran a genet? quizás, pero genet era mejor escritor que él. ¿qué clase de argumento es éste? ninguno. dejad mi sátira en paz, coñe. imaginaos la cara muy decepcionada y enfadada de swift a vuestra espalda y move on, camarón.)
Los bulevárs no guardan ningún secreto para nuestro héroe, doblepensó Camus. No necesita mirar a ningún lado para saber por dónde va; un milagroso instinto de la orientación le dice en qué lugar de la ciudad se encuentra en cada momento (y, de paso, a qué lugar quiere ir, que suele ser un poco lo más difícil de decidir). Todo a su alrededor es muy francés, pero él es aún más francés que lo que le rodea. Puro arquetipo de afrancesamiento afrancesando las afrancesadas calles de Afranci-de-france. Trazos de policeman de cine absurdo, siente que su presencia es tan fuerte que las paredes se le quedan mirando y comentando "mira, ahí va camus" o "no está fumando" o "¿cuánto me pagas por su gabardina?". Camus se siente observado, y no le molesta, piensa Camus. A Camus no le importa demasiado lo que ocurre a su alrededor. Camus está demasiado ocupado fumando dentro de Camus y reflexionando sobre el horror vacui y el absurduus movens y la rebeldía anti-anti-anti-antibisocial para prestar atención a lo que ocurre a su alrededor. En todo caso, de vez en cuando, levanta la cabeza, observa a algún lugar en el espacio (sin contacto directo visual, sólo abstracto) y asiente, con aire distraído, como si lo que observara diera alguna segura confirmación a alguna de sus ideas más angulosas y complicadas.
Y detrás de él van muchas cosas, pero eso él no lo sabe. El antevenir deviene devenir en él, y no lo sabe. Brilla que te brilla, sin dejar su colilla, pasos perdidos y absorbidos por los hombres-topo de París. ¿Qué ocurre? Lo sucedendi. Camus, Camus, Alberto Magno Camus, absurdista y escritor profesional, no puede evitar una materialidad mucho más fuerte e ideal de lo que le gustaría. Y más de media década después un joven que no se afeita sentado en una silla de, no sé qué material es éste, pero cogéis lo que quiero decir, es bastante incómoda, escribe sobre él tonterías que seguramente le habrían ofendido con más que un poquito de razón. ¿Qué se puede decir? Culpa suya por no curarse en sano, como Lautréamont, y atreverse a ser cosa abierta y corpórea. Vergonya devría darle! Maldoblestar para él, el exitoso escritor fracasado, el icónico rebelde fantasma. Muchos Camus caminan por los chemins, y hasta el siglo XXX no aparecerá alguno distinto. De todas formas, los Célines presentan una curiosa tendencia a atacar a cualquier Camus que vean. Dado que los Camus son criaturas inherentemente pacíficas, a pesar de su considerable superioridad numérica, parece que los Célines irán gobernando una parte cada vez más grande de la ciudad. Perfecto ejemplo del sistema de la cadena alimenticia en toda su gloria, evitando una superpoblación que se encontraría con una subcolectivización de ideas inaprovechables. Un minuto de silencio y contemplación extática de la sabiduría naturohistórica, por favor.
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