martes, 17 de diciembre de 2013

Centón de colas de gato con visos pálidos de ratón (Y otros relatos)

Un tal Él iba un día por una calle.
La calle, dadas nuestras intenciones narrativas, no debe ser imaginada de ninguna forma en particular; agradeceríamos a los lectores que mantuvieran en suspenso cualquier idea que puedan hacerse de la calle particular sobre la que Él caminaba, excepto que es una calle.
Él tampoco debe recibir atributos claros. De hecho, le pedimos al lector que no se imagine nada de lo que se está aquí escribiendo; satisfágase con considerarlo un experimento mental. Podríamos discutir si Él tiene el pelo moreno o rubio, pero no podemos evitar señalar que ya demasiados ríos de tinta se han derramado en cuanto a la morenez o a la rubiez característica de unos cabellos, masculinos o femeninos, cortos o largos, lisos o sedosos, viejos o jóvenes, quizás unos cuantos, menos distinguidos, con inicios de sarna. Es posible - Y, querido lector, siento tener que lanzarte de pronto esta posibilidad a la cara, como quien dice - que nisiquiera tenga pelo. De hecho, y continuando con nuestra serie de sorprendentes revelaciones, es posible que nisiquiera sea un hombre; se podría considerar que el pronombre está neutralizado, y representa cualquier posibilidad que se pueda concebir. Para evitar temas especialmente controvertidos, no nos mencionaremos siquiera sobre el color de su piel.
Si nos parece, en cambio, quizás por puro capricho o quizás por necesidad narrativa (No te impacientes, no es de buena educación mirar el final antes que el principio), que Él debe llevar un sombrero. De nuevo no nos mencionaremos sobre el susodicho, en cuanto que, máxime que deseamos mantener nuestra imprecisión, tampoco podemos admitir sin perjurio tener conocimiento alguno sobre las susodichas prendas de ropa (Las cuales siempre nos han parecido tremendamente elegantes, pero sorprendentemente pequeñas para nuestras cabezas de ventosa).
En fin, queda establecido que Él (Género neutro) iba un día (Casi se nos olvida decir que podría perfectamente ser una noche, y de cualquier época del año; el sombrero no contradice ninguna hipótesis) por una calle (Realmente le pedimos al lector que se esfuerce porque ninguna imagen llene su cabeza sobre la susodicha) con un sombrero bien aposentado en su sesera.
¿Se te aparece quizás, querido lector, dado el lenguaje usado, la imagen de un burgués regordete, novecentista, traje negro, pelo casi inexistente, expresión de autosatisfacción, sombrero largo en extraña señal de orgullo? Curiosamente, a nosotros también. Se podría utilizar esta imagen, como placeholder, en caso de no ser capaces de imaginar un ser total y absolutamente sin atributos. Lo mismo se dice sobre cualquier imagen no sugerida por un exceso de lecturas románticas (O sí sugerida, pero en forma distinta).
Su caminar es un caminar poco destacable. Paso aquí, paso allá. ¿Cojeará, quizás? De nuevo, no queremos pronunciarnos. Si el lector está tan cernido en la idea de hacerse una imagen, bien, se le permitirá que cojee; pero con la condición de que no sea una cojera muy pronunciada, o al menos no lo suficiente para dar un carácter melodramático al hecho de su caminar. Es decir, que ni se arrastre, ni tenga que andar a la pata coja (Aunque la idea, sumada a la imagen del burgués, se nos hace ligeramente simpática).
Aquí es dónde se cae la cosa.
Qué fastidio. Lo tenemos caminando. Seguramente nos habremos hecho, a pesar de nuestras propias advertencias, una imagen relativamente clara de él. Quizás incluso una imagen de la calle, a pesar de todas nuestras advertencias. Y ya es tarde para hacer una fe de erratas.
Considerando ésto, damos el relato por cerrado con el hecho de que Él ganó mucho dinero, tuvo una vida extremadamente feliz, y se suicidó a los sesenta y dos años por una nimia cuestión de una herencia sustraída por la zombificación de su propietario.
Deseamos de todo corazón que el lector pase una buena noche, un buen día, o la frase adecuada para el momento en que se ha tomado la molestia de leer nuestro pequeño esfuerzo literario, que esperamos haya disfrutado, y que, sin necesidad de amenazar como el gato Murr con un gesto de nuestras garras, consideramos más que digno de todos los paladares y esperamos afablemente la buena acogida que seguramente tendrá en las revistas literarias de turno.
Para terminar, adjuntamos un escrito de un poco íntimo colega nuestro, un tipo raro y solitario, de abrigo pardo, sudor fácil, y que, según diversos testigos, "siempre es visto con un libro en la mano" (Si para leerlo o no es cuestión que la posteridad deberá debatir).

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Fiuuuuuu. Fiuuuuu. Fiuuuu.
¡Sorprendente! Ésto de volar se me da mucho mejor de lo que esperaba. Debería haberlo intentado mucho antes, sí señor. Si la metamorfosis ya estaba lista; sólo quedaba nacionalizarse chino y ala, todo el espacio de los cielos quedaría abierto al delirio de mis pulpíferos brazos. Hop hop, splash, crash; pium pium incluso, pero sólo fingido, de broma, cuando encuentro a otro que también está volando (Aunque interiormente le deseo la más torpe y dolorosa caída posible, digna como mínimo de un cuadro de Delacroix).
Mis alas (Ésto ya no existe. Es sólo elemento de mi imaginación. Pero me gusta pensar que tengo alas.) ascienden aún por encima de mi cabeza, y planean, y su condición de imaginarias permite que no necesiten moverse, lo cual me da un aire regal que provoca el respeto instantáneo (Los sombreros prácticamente se derrumban a mi paso) de todo aquel con el que me topo. A todo le sonrío con magnanimidad, pensando en lo delicioso que sería comerme el ojo izquierdo de todos mis (a partir de éste instante) súbditos para dejar clara la condición castista (Yo > Mundo, donde ambas son entidades claramente definidas y demostradas según el principio de nonsense de Lewis Carroll, a saber: Si a, entonces por qué no b, y quizás c, y podríamos añadir d ya que estamos, y así ad infinitum) de la sociedad que con mi mero pasar se está formando (Se darán la buena vida, que lo sepan; declararé la ley del lupus y cada uno podrá felizmente
felizmente
Sonriente
Extásicamente
Pedazos y pedazos de carne
Lloviendo, cayendo sobre una ciudad
Carne humana mezclándose con el smog industrial barcelonés
Sangre lloviendo junto a-
Demasiado es.
Giros y giros como pan en un horno, aunque mi cama no está tan caliente.
Giros y giros y giros.
Me he deschinificado. ¡Ya no quiero hablar de yo! ¡Fuera!
Ha habido deschinificación. A partir de ahora se declara la absoluta prohibición del pronombre de primera persona del singular.
Sensaciones húmedas florecientes tras un velo anaranjado; el deseo como consecuencia necesaria de su propia ausencia, la búsqueda de las razones en el polo opuesto a todas las razones.
Se aventura la hipótesis de la asquerosidad y viscosidad de la vida. Un silencio transparente da luz a las amables e irónicas sonrisas del círculo de comensales. Comensales. Comensales. Al cerrarse la luz, deja de haber comensales, pero al mismo tiempo siguen presentes, no necesitando más que un suave esfuerzo para comprender, para ser lo aún no sido y no totalmente sido (ni essendi, sin ir más lejos). Gerundio del verbo ser, hipótesis predominante. Causante de la sonrisa, hilos de marioneta kleistiana. Sueño =/= Sonambulismo =/= Despertar; ¿cuál es el essendi? - Uno se inclina, como Kleist, por el segundo, matizando: Extraña vigilia de constante introducción del siendo. Cualidad definitoria: El punto ciego; evítese toda alusión a posibles más-allás, más propios de la falsedad mal llamada apolínea del sueño. Establézcase una línea de repetición: Saso saso saso saso saso saso saso saso (saso saso saso saso saso saso saso saso saso saso saso saso, ad infinitum). Échense los falsos términos, y guárdese un silencio presuntuoso. Háblese sólo de lo ya hablado en cuanto que es lo hablable; dispérsese lo demás en cuanto que no resulta hablable ni fónicamente aceptable. Establézcase: Estilo de vida del no-supongo. Séase mucho para no estar desprevenido; las palabras funcionan igual que el hidrógeno (Una vez solidificadas, podemos observar perfectamente su expansión). Sépanse todas las verdades para defender todas las mentiras; viceversa. Pequeñas galaxias chocándose y provocando explosiones de un minimalismo digno del suprematismo ruso.
Lo que se impone.
Lo que se impone.
Lo que se impone.
Lo que se impone.
Náuseas, pero nunca vómito. Ya basta con el juego. Lo confieso: No hay culpable. No sé descubrir al asesino. Largo de mi puto jardín.

sábado, 14 de diciembre de 2013

Oh death!

"Mi caso es, en resumen, el siguiente: He perdido por completo la capacidad de pensar o hablar coherentemente sobre ninguna cosa."

Death! Death! Oh, you really take your time! Oh, my most beloved, my most tender death! My sweetheart, my lover, my wife, my husband! Oh death! Why, why are you so late? Why are you always so late? I see life tearing you up, sadistically shedding your skin with the cruelest of smiles, and it feels terrible, it feels empty, it feels unfair to see something so unworthy take your rightful place. Death, you are too permissive, my dear. Oh my beloved. Why, I am waiting, but I desire you! I desire you right now, as soon as possible! I desire your absence of colour, I desire the pain of unrenewal. I desire the motionless stare, the handicrafted clock, the shabby underlings.
My infancy - Lost! I learned it all wrong! Tricked, I was always tricked. You offered yourself to me; yet I chose the offer of life, candy wrapped in paper, paper written with cocaine. I always loved the spines, you know? I was always attracted to the fire. I felt compelled to return my hand upon the attacking flower, yet things did not flourish quite right. You see, I was taught, I avoided you. Even at sleep I would try to reject your beautiful sapphire-ridden wedding veil. I was scared, scared of the scare. I was scared that dread would not be quite enough. I was scared that something would not be quite right if I was not scared. I was fucked up. I played with my toys. I made my worlds. I created, and destroyed. I was the Lord, and I thought I did not need submit to thee.
But oh, it is not submitting! It is not surrender! Oh your tender embrace, please, please! I desire you now, quickly, inmediately, painfully. I want my hand to burn. I want my neck to break. I want all the limbs of my body to start an atavic dance which I have never learned but they've always known and tricked me into not knowing. Scaring me off. Putting it down. Oh death. Death. Please. Pretty please? Pretty, pretty please. You're pretty. Beautiful. You're the maiden hiding behind the roses. I want to fuck you. I want to hold you. I want to kiss you and make everything stop going.
But you just won't come. Oh dear, I know the waiting makes it sweeter, but it's already unnecesary! I am ready! I don't care which minister you use, but come! Roses coming out of my neck! Cells becoming radical protesters! A mysterious and fatal twist of the neck! Quick, slow, painful, painless, I'll accept it all! Oh that I may even have the chance to die all the possible deaths, to taste the forbidden fruit in all its possible forms!

Curl up. Curl up. Curl up. Curl up. Curl up. Nothing happens. Doesn't come. Curl up. Maybe it will. Won't anyone have pity of a blind horse? My eyes don't really work much anymore. Adjectives come, but they do not reveal. They are not themselves. They are not here. Adjectives float, unsustained, unsuspected. Adjectives. Adverbs. Curl up. Holding a knife. Up to your neck, and you are deflowered! Lose your virginity, my dear, you can't hold up your virginity forever. Eros is an asshole; it's just Janos in a cool coat, that Janos which conforms the absolute and ridiculous equality of Apollo and Dionysus (Nietzsche, you idiot. You idiot. I love you, but it's you, and Blake, and Hoffman, and oh so many others. You're at fault. You're completely at fault. You. You. You. YOU. WON'T YOU COME OUT OF THE VEIL YOU FUCKING ASSHOLE. I want my Turin horse, too. I want to rid myself of attributes. A preentrance. A something. Just don't know. Just burn your face. CLOSE YOU FUCKER.)

domingo, 24 de noviembre de 2013

Confesiones de la figura de Escipión el Africano, transcritas y adornadas por el escribano James Chinawski.

Aquí estoy. ¿Me necesito? No. No estoy tampoco muy listo. Si ahora me necesitara, creo que no llegaría a gran cosa. ¡Imagínate! Un paje real. Sería un desastre. Espada de madera, ropas de cuento. Sin fuerza física. Boca cerrada. Ojos bajados. ¡Qué desastre, por dios! No podría vivir en una corte, lo único que haría sería afearla.
Pero no soy paje. No señor. Estoy aquí, y allí. ¿No son curiosas las formas de señalar el espacio? Bueno, se puede hablar mucho de ello. Hoy he aprendido que el lenguaje esquimal tiene alrededor de 80 formas paralelas a nuestros aquí - allá. Qué cosas. Es más necesario. Como esos aborígenes, que, en vez de izquierda y derecha, simplemente nombran los puntos cardinales. Orientación absolutamente perfecta, dicen que tienen. Oh, me gustaría tener orientación absolutamente perfecta. Así no tendría que saber en qué cara de los árboles crece el musgo. Además, el espacio tendría una regularidad muy curiosa. Tanto decir que el lenguaje parte del sujeto para que de pronto surja una lengua que desespacializa totalmente al sujeto. ¡Irrelevante! Otro objeto más. 45º. Ese pueblo debería haber creado las matemáticas. ¿No deberíamos crear un nuevo lenguaje? Quiero decir, uno más válido. Todos los lenguajes tienen un nosequé de fracaso. Además, saben mal. A polvo gris y ceniza. A usado. Palabras sudorosas revolcadas en colchas nunca substituidas. Ugh. Pero bueno. Si los virus que Burroughs introdujo no consiguieron destruírlo, no sé si habrá forma de conseguirlo. ¿Jaula lingüística? No me lo creo mucho, no soy tan relativista. Pero oh cómo odio el lenguaje. Y las clases de lingüística. ¡Soy más irascible que un cisne, sin nada de su majestuosidad! ¡Exijo un silencio abisal en mi presencia excepto para decir las cosas más cabales y complejas y pensadas! O las más excesivas. ¡Me parecería bonito! Ayayay...¡Tengo una nueva fantasía! Me siento culpable de ella, pero al mismo tiempo satisfecho. Un suave calor en el fondo de mi garganta (Mezclado con ganas de vomitar (Creo que lo estoy confundiendo todo con mis problemas de cervicales)). Zarzarrosas, la bella durmiente, ¡orgía en las zarzarrosas! Neologismo, todo sea admitido, pero considero innecesario explicarlo. Además, me gusta. Usar palabras que no existen. Una especie de venganza. Lingüística de película de Tarantino. Claro que la imagen es ambigüa. Borrosa. Algo deducido. ¡No hay carne a pesar de los cadáveres! Es una imagen más intelectual que sensual. Los cadáveres son ideas, quizás. O palabras. Todas las jodidas palabras. Cómo las odio. En serio. ¡De verdad de la buena! El patetismo de las humanidades. ¡Serpiente ya no mordiéndose, sino devorándose la cola! Laberinto del Minotauro drenado hace millones de años. ¡Me mareo! ¡Me mareo! ¡Vueltas y vueltas sobre lo mismo! ¡Eterno retorno, que le dicen! Qué tontería de idea, y eso me ha salido del corazón. ¡Tontería, tontería, tontería!
Ooooooooooooooh. Angustia del iconoclasta que no se hace entender. ¡Pero el emperador! Esa es la imagen vital, sí señor. Calígula. Heliogábalo. Nerón no, no me gusta que se añada el fuego. La imagen del emperador es demasiado digna para el fuego. Polvillo blanco de la pintura desconchada del mármol. ¡Sardanápalo es tan poco atrayente! Salomé me aburre. La orgía debe ser griega o romana. Me cajoen la civilización occidental. Oh dios mío, está otra vez. No es divertido. No puedo jugar. Todo son astillas. Todo. Están aquí y allá y acullá. ¿Se aguanta? Palabras. No pienso responder. La pregunta no ha sido hecha. No, no, no. Me pierdo. Otra vez. Mou ikkai. ¡No hay brecha! Oh la imagen estúpida de la fortaleza del amor. Pero es peor. Es una fortaleza rara. Hay algas. Huele raro. Hay algo de la asquerosa apariencia del pene de una tortuga (Algo que desearía no haber visto y que Cracked me ha enseñado. Gracias, Cracked.)
PAUSA
CENA
PAUSA
ESTOY
¿Qué he de hacer para ser asesinado? Porque he intentado de todo. Pero mi estilo es diferente al de Calígula. Quien me diera a mí ser un Calígula y morirme de una vez. Pero las cosas no funcionan así. Me gusta mucho la figura del Imbunche, Donoso version. Es un poco así. Es una idea un poco fracasada, en realidad. El tacto del lino. El frío del mármol. Una estúpida llama ondulando en una chimenea olvidada. Sucia. Desgastada. De esas que sólo sirven para ocultar cadáveres. De esas que obligan a sus dueños a usarlas para ocultar cadáveres. Nuevos o viejos, da igual. Eso es un poco el Imbunche. O el frío del mármol.
¿Sabéis que os odio? Con una fuerza monumental. Durante mi larga existencia he odiado a absolutamente todas las caras que han pasado ante mí. Todas. A veces, con un odio concreto, dirigido, centrado. Otras con un odio abstracto, elíptico, impregnado, solar. Pero nunca os he tenido malas intenciones. Es que me molesta que existáis. O algo así. Los problemas vuelven. Náuseas. Dolor de cabeza. Agujas. ¿Cómo ha podido todo ésto ir inventándose por sí mismo? Es un mecanismo de tortura cojonudo. El básico. ¿Diré que es existir? No, no seré tan típico. Es un mecanismo más raro. No tiene nombre. Alcanza. No alcanza. Quizás esté relacionado con la antes obsesiva Fortuna. Pero no lo creo. No del todo. Mecanismo, mecanismo. A veces estoy en los gimnasios. Los gimnasios son la vanguardia cultural. No por ninguna tontería de la cultura del cuerpo, no, sino porque son el punto álgido de la cultura de la máquina. Lo que se busca en un gimnasio no es un progreso del cuerpo, sino una adaptación. El cuerpo debe adaptarse a la máquina. Debe existir una profunda armonía entre ambos. Que ambos progresen de la misma forma. Que al suspiro de cansancio del cuerpo responda la reducción de intensidad de la máquina. ¿Cómo explicarlo? Es hermoso. Las máquinas no son monstruosas. Me gustaría que alguien creara una máquina dedicada a intentar suicidarse, y fallar. Una y otra y otra vez. Sí. Es el tiempo. Ideas extrañas. En el gimnasio, el sudor sirve a un propósito mayor. No estoy seguro de si hay alguna otra circunstancia en la que el cuerpo puro no resulte asqueroso. Grasoso. Agarrar. Pensar en el acto sexual siempre me recuerda al canibalismo. No seré el próximo en repetir que algo de eso, y del resabidillo vampirismo, hay. O eso creo. ¿Qué es el acto sexual? Me es un misterio. Cuerpos acoplándose como el mecanismo de una locomotora. Movimiento bastante anti-aristotélico. ¿Cómo es uno capaz de mantenerse en el acto sexual? Supongo que hay que tener o mucha o muy poca imaginación. Convertirlo en máquina. O en orgía. Estar ante Sardanápalo. Ser vigilado por Calígula. Son los ojos invisibles de párpados transparentes y acuosos los que instauran la posibilidad de la hombría, y la hombría es la que instala la posibilidad de la destrucción de la hombría. Qué ridícula es la virilidad. Probablemente el único acto sexual que no tenga ni pizca de referencia al patrimonio de Rasputín sea el realizado entre mujeres. Pero no. Agujeros vacíos, grasientos, llenos de polvo. Polvo de pintura desconchada, polvo adherido a estatuas de mármol. Grieta abierta en la tierra por un iracundo San Patricio. Extraño paralelismo con la respiración...La respiración de la locomotora...Uranio enriquecido esparcido por todo el cuerpo para ocultad la absurda y abismal nosequé de éste. Probablemente sean las partes sueltas las que permiten el acto sexual. Observar el cuerpo en su totalidad destruiría toda posibilidad de ficción. [...]
[En éste punto Escipión calla, pensativo. Parece cansado. No quiere decir más. No quiere que se interprete lo que dice. No quiere que se interprete el que deje de decir. No quiere nada. Sólo pide que alguien le asesine. Veneno derramado en un vaso semitransparente. Un cuchillo abriendo la flor de la garganta. ¡Paradigma de la belleza! ¡Impresionismo vital! Pero callemos, porque hay que callar. Transmito la petición que hace Escipión con los ojos llenos de lágrimas: "¿Es que nadie va a asesinarme? Juro mi culpabilidad de todos los horrores realizados y en realización y por realizar." Su discurso es más largo y estético. A estas alturas no le soporto. Que el muy gilipollas se quede atrapado en su jodido mecanismo. De todas formas, nada de lo que ha dicho tiene nada. Y fin. ¿Por qué coño seguís leyendo?]

domingo, 27 de octubre de 2013

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Ya me está empezando a cansar tanto tirón de manos tantas uñas afiladas tanto papel raspado esparcido por el suelo. Llueve y lo primero que ocurre es que viene el serrín, y, como está el serrín, debe seguir lloviendo, porque si no la presencia del serrín no tendría sentido; las cosas siguen su propia norma y empujan. Las cosas siguen su propia norma. Son malévolas. Como todo. No hay ninguna conspiración de las cosas porque las cosas están demasiado ocupadas odiándose. Peleando para conseguir más espacio. Aplastándose. Intentando atraer y repeler. Las cosas están y las cosas empujan. Después de todo, si tengo estos libros, quizás deba leerlos. Si tengo buenas notas, quizás deba ir a la universidad. Si me gusta una cosa, quizás debe hacerla. Deseo, deseo, deseo. ¿Está vivo el deseo? El deseo me parece algo cadavérico. Fuerzas de atracción y repulsión, dicen; contrarios que se necesitan (William Blake, profeta). ¿Dónde? Lo blanduriento. Se escapan. Barandillas mojadas por las que las manos se deslizan con demasiada facilidad, con demasiada facilidad. Las cosas también están cansadas. Se han odiado tanto. Es normal. El mundo es una cena de fantasmas, que diría Strindberg. ¿A quién no le gusta un poco de polémica? Discutir siempre está bien. Desde fuera y desde dentro. Aunque ya nada empuje la discusión. Y el personaje, no recuerdo cuál, se pregunta si la opinión con la que le acaban de responder no es la misma que él podría haber dado a un viejo amigo. Las cosas están más indefensas de lo que creen. No nos atraen, no señor. Nisiquiera su segunda cara. ¿Quién tiene tiempo para obsesiones? Al final las hemos hecho nuestras sirvientas. Los saltos son veloces y el ascensor no se para. El granizo azota los cristales. El fuego arde en la chimenea. Todo va bien, y los contrarios ya nunca se encuentran. Más allá de los contrarios. Pura existencia lanzada, eyaculada como por un bote de serpentina. Pura existencia arrojada, deslizándose con tanta velocidad, tanta velocidad. Pura existencia, el granizo fuera, el fuego dentro. Pura existencia, madera de los árboles crujiendo, uñas que se rompen contra las paredes de yeso. Pura existencia, puertas que no están ni cerradas ni abiertas, puertas que no son puertas. Pura existencia, exploración de lo explorado, redescubrimiento de lo descubierto, reexplicación de lo explicado, cómodamente, ante las vías del tren, el fuego dentro, el granizo fuera.

domingo, 18 de agosto de 2013

Delirio: Prefacios a unas hipótesis sobre el trastorno.

 Prefacio al prefacio: ¡Largo! Nada de lo que aquí dicho es más verdadero que las retorcidas raíces de un árbol podrido. Ésto es ficción, y todo ensayo es también ficción; es absurdo querer explicar un punto de vista desde una posición no lógica, desde un pensamiento ni demasiado allá ni demasiado acá. Ni el autor está de acuerdo con nada de lo dicho. ¡El autor nunca está de acuerdo con nada de lo que dicen sus textos! La mayor y más delirante divagación está en el prefacio. ¿Cómo puede mezclarse el asco sentido hacia el erotismo con la esfera brillante del sótano (¿O era desván? ¿Quién lo puede saber? No hay direccionalidad en espacios sin gravedad) con la duda sobre la libre voluntad  con su dogmática afirmación con la fuerza del trastorno con el involuntario voluntarismo del suicidio? Qué coño son éstas cosas que se dicen y que cuando uno las dice ya está, ya se ha cansado, ya no puede tratarlas como suyas. Es como dar a luz; lo que estaba dentro pasa a estar fuera y ya no es parte de uno. Alicia entra en el país de las maravillas. El pensamiento se pierde. Todo se desvía. Things fall apart; the centre cannot hold. Todo es confuso, tan confuso, tan increíblemente confuso. ¡Odio los intentos de negar esta confusión! ¡Los odio! ¡Con toda mi alma! I thought there was a corpse here; la frase del doctor Shuu cuando llega al escenario de cualquier incidente (Morbosa y cargada de deseo) no se diferencia de la del que piensa y encuentra cualquier cosa que favorezca lo que piensa. ¿Y si no lo favorece? Damn. Maybe I'll have to create one... (Diatriba incompleta, diatriba simplista; ¡pensadores del mundo, mataos mutuamente! ¡Hay teorías que afirman que la discusión es una forma (Evolutiva) de afirmar la propia superioridad sobre el otro, y no un medio para buscar la verdad! Afirmación de superioridad. Pero por qué. Yo no quiero. Probablemente poca gente quiera en realidad, al menos voluntariamente. No todos somos fanáticos. Pero la admisión de inferioridad duele también. Pero yo soy inferior. Me encanta serlo. No quiero dejar de serlo. Todo tan complicado. O nunca hay cadáveres o los hay por todos lados. ¡Todo ésto es mentira! ¡Y me alegro de que lo sea! Si todo es tan jodidamente estúpido, entonces queda alguna esperanza para la realidad. Aún quedan cosas de las que no podemos afirmar que son de una u otra forma. Quiero disfrutarlas. Son lo único bueno de la realidad. La realidad es cerrada. No sé si la comprenderemos alguna vez, pero realmente creo que se cierra sobre sí misma. Lo que no es real no puede ser. Me alegro tanto de no saber todo lo que puede ser. ¡No soy oscurantista! ¡Amo la ciencia! La ciencia es una abertura, no un cierre. Es la realidad lo que me provoca tanto asco y tanta repulsión. Toda esa carga de realidad que tienen todas las putas cosas. Ugh. Unidireccional. Qué mal. Menos mal que se pueden encontrar tantas flechas. Creo que me moriría si no hubiera nada más en lo que pensar. El día en que llegue a una conclusión totalmente clara será el día en que todo se acabe. ¿Significa ésto la libertad? El fantasma de la libertad. Un mundo en que ninguna cosa se acaba y cada cosa salta sobre la otra sin nada que las encadene. Cinco de mayo, baby. Qué absurdos eran todos los conferenciantes de Perverzión; el psicodélico, la extraña feminista pro-fálica, el pedante, el incomprendido (¿Por sabio? Relaciones que nadie más es capaz de captar; ciertamente cercano a la impresión que da la sabiduría, pero no sabio, pues sus relaciones eran estúpidas e imposibles, ¿cómo comprender exactamente a ese personaje y a todos los demás?, el posmodernismo es una gilipollez con tanta razón que me hace estallar la cabeza, no soporto la pedantería pseudointelectual del que finge saber relacionarlo todo y crea paralelos con los aspirantes a ermitaño loco como yo a los que no les da la gana de quedarse en las cosas), el simple pedante (Lo peor, lo peor, lo peor, lo peor, lo peor. A la hoguera, a la hoguera, a la hoguera, a la hoguera, a la hoguera). Me gustaría tanto ver todas las ciudades del mundo ardiendo al mismo tiempo a través de un cristal de mil doscientas treintayocho caras. Cómo odio el mundo, y cómo amo mi esfera. Cómo amo mi esfera y el mundo. Jonathan Safran Foer, ¿por qué eres tan pedante? Tu melancólico amor a las cosas no debería ser pedante. ¿Por qué caes en la pedantería? ¿Es que acaso es imposible no hacerlo? No me digas eso, por favor. Yo quiero mucho a mi esferita. A veces me hecho a llorar y una luz se hace en mi cabeza cuando realmente pienso en ella. Mi pequeño sol. Pero no está ahí, y no hay nada en ningún sitio. There are hardly any places with "something there" - El personaje más agudo de Cross Channel. Bueno, qué. Te estás hartando de reír, eh. ¡Que te jodan! ¡Que me jodan! Nada, nada, nada, nada, nada. ¡Ayúdame, Wenders! ¡Tú y tu hijo, David Lynch!
De Paris, Texas. ¿No es simplemente una de las cosas más maravillosas que habéis visto y no os dan unas ganas tremenda de echaros a llorar ahora mismo? ¡Mis cosas! ¡Mis cosas! ¿Por qué preocuparse por lo equivocado? ¿Por qué? ¡Vomito lo equivocado! ¡Bebed de mi vómito, magníficos hijos de puta!)

Prefacio: Éste textillo es puramente divagatorio, literario, y centrado sobre todo en la enfermedad entendida como trastorno del ánimo. He observado que existen muchas dificultades a la hora de comprender el trastorno, y por eso divago. El trastorno puede ser grave, y una persona trastornada puede tomar ciertas acciones extremas sin un objetivo determinado, sino sólo porque se ve impelida a ello, porque no ve otra forma de actuar posible, porque su trastorno se ha vuelto demasiado poderoso (Aquí me quiero enfrentar radicalmente a una opinión muy extendida: Una persona puede desear morir. El suicidio no se debe únicamente al trastorno, y afirmar que nadie puede desear morir me parece un sofisma y una soberana estupidez. Implica una definición cerrada y limitada de lo que significa "desear". La afirmación de que el suicida es un cobarde que sólo intenta huir o un debilucho que sólo intenta hacer melodrama y llamar la atención me parecen afectadas de una tremenda incompresión, y de la tendencia aparentemente natural a negar el sufrimiento como forma de evitar enfrentarse a él en toda su gloria; es difícil comprender al suicida, y la peor forma de intentar comprenderlo es negarlo; ésto, en lugar de resultar de alguna ayuda, sólo calma la propia conciencia y aleja el suicidio de cualquier perspectiva posible, incluyendo para uno mismo. Creo que las personas que han pensado alguna vez en el suicidio pueden ser las peores, pues veo perfectamente posible que incidan en la negación por temor a volver a caer en semejantes ideas. La muerte puede ser deseada, pero no por ello deja de ser temida; el suicida puede querer no suicidarse, pero no ver otra opción. Claro que el suicidio puede también ser obra del trastorno, del que intento detallar mi idea abajo; el suicidio puede ser una idea obsesiva, repetida de forma mecánica como respuesta a ciertas situaciones (O sin necesitar un estímulo al que resultar respuesta), y no simplemente una idea que se puede descartar con un hermosamente escrito y poetizado "cambio de actitud". Por algo existe la terapia; el trastorno es algo externo que se presenta con el ropaje de lo interno, o algo interno que se presenta con el ropaje de lo externo; su tratamiento no es tan fácil como la simple actuación de una supuesta fuerza de voluntad (Recurso místico y agotable, fácil y absurda explicación (Por su ausencia) de cualquier problema). El trastorno es una mezcla de tantos factores que la presencia o la ausencia de uno no sirven para explicar ni un mínimo fragmento del total. "Contra la simplicidad, por la complejidad" (Salvador Dalí); "Las ideas fijas (O simples, no recuerdo qué decía, y ambas me parecen igualmente acertadas) son ideas muertas" (Antonin Artaud). Un pequeño hurra para la divagación inclusiva y perdida en medio de la nada en detrimento de la reflexión encerrada y direccional. Para hechos aún no comprendidos, o hechos literarios, o hechos políticos, o hechos psicológicos hasta que todos empecemos a tener una mayor capacidad de comprensión y un cierto humanitarismo del que carecemos para con lo que no comprendemos o simplemente una explicación que ponga punto y final a toda la divagación "pop" (En la que me incluyo, y a series como Evangelion, e incluyo casi cualquier explicación que casi cualquier persona no especialista (Y muchos especialistas), a cualquiera que haya que tenido que responder al trastorno propio o ajeno, o a algo parecido al trastorno, o a algo muy distinto al trastorno, o a lo que sea. Las cosas son muy complicadas. Pienso seguir defendiendo ésto. Eso no significa que no sean simples; simplemente son complicadas. Sobreabundancia de factores. Cosas no reductibles. Hay que apuntar a una mayor especificación y una mayor amplificación al mismo tiempo, no únicamente a una de las dos. "And it's so sad to see the world agree that they'd like to see their faces filled with flies, all when I'd want to keep white roses in their eyes." (Neutral Milk Hotel, Holland, 1945). Y éste paréntesis, algo así como una declaración de intenciones, una reflexión ajena, una mirada despectiva o una profesión de fe; reniego de éstos pensamientos al mismo tiempo que los abrazo como si no quedara nada más. Hay un pequeño sol en mi desván y a veces me gusta girar alrededor de él y abrazarlo y besarlo. Al mismo tiempo que amarillo, es negro. Pero también naranja, rojo, azul, granate, carmesí, y de un extraño color entre el marrón y el verde; su sobreabundancia es tan deliciosa como terrorífica, pero yo lo amo, lo amo, y todo lo que está fuera de él parece tan oscuro, tan grande, tan retorcido, tan absurdo. Siempre hemos vivido en el castillo. El resto de mi familia está muerta. ¡Dejadlo todo en paz, amigos! ¡Cuántas ganas tengo de abrazaros y besaros a todos! ¡Qué puto asco me dais! Tanto líquido, tanto pelo, tanta piel, tanto rosa. Dejadme sólo con mi pequeña esfera, es maravillosa y pequeñita y la puedo abrazar, everyone that came to the star became one with the King, and noone was hurt and noone had any bad thoughts, and everyone lived happily ever after. How nice. How nice. (¿Citando a un simulador de citas con palomas? ¿Qué pensarán de mí en la academia?)

En la novela visual "Cross Channel", sobre las interacciones de un grupo de seres con problemas para adaptarse a la sociedad en un escenario posapocalíptico, aparece un curioso ejemplo sobre lo que puede ser la enfermedad, y la diferencia entre una persona enferma y una sana.
La historia es la siguiente: El padre de uno de los personajes es un estafador. No es un estafador duro ni avaricioso, sino uno que sólamente busca mantener a su familia haciendo el menor daño posible a los demás.
Este personaje padece de trastorno obsesivo-compulsivo, y necesita la omnipresencia de ciertas reglas y cierto orden en su vida y en todo lo que le rodea. Así que, en cuanto se entera, entrega a su padre a la policía; no lo hace porque quiera o no hacerlo (Más tarde, cargada de arrepentimiento, se entregará a comportamientos autodestructivos y se provocará a sí misma heridas, lo cual su hermano, de forma por cierto bastante significativa, considera puro melodrama, falso arrepentimiento, búsqueda de compasión ajena - La negación del sufrimiento y la enfermedad es una de las reacciones más habituales ante ellos, tanto en la persona que lo sufre como en la persona que lo observa), sino simplemente porque, y creo que cito aproximadamente la novela, no podía actuar de otra manera.
Ahora bien. El protagonista es en realidad el ser más enfermo de toda la novela; por su comportamiento en ciertos casos, creo que se le puede dar en cierto modo el nombre de "monstruo". En la novela, hay unos ficticios "test de adaptación"; cuanto más alta sea la puntuación del sujeto, más alta será su incapacidad para adaptarse al mundo que le rodea (Lo cual puede llevarle, si tiene la edad adecuada, a ciertos institutos especiales como el que es escenario de la obrita, centrados en trabajar sobre, y aislar, a todos esos seres demasiado problemáticos para sí mismos y para los demás como para poder ser tratados de la forma habitual). El protagonista es el peor del instituto; su puntuación es del 76%, lo cual implica, tal y como afirma otro personaje (Quizás el que mejor comprende las zonas más oscuras de su enfermedad), "que sólo tiene un 24% de ser humano". Ya no es que sea un humano con un monstruo dentro; es un monstruo que se hace pasar desesperadamente por humano (Cita sobre otro personaje: "Se aferra desesperadamente al 46% de humanidad que le queda"). En ciertas situaciones, escapa totalmente de control; de hecho, se afirma que la cantidad de escenarios en las que enloquece y desciende a una brutal serie de asesinatos es estadísticamente muy superior a los escenarios en los que consigue agarrarse a la poca (y quizás un poco falsa) cobertura de cordura que le queda (Sería muy largo explicar el motivo de esta proliferación de escenarios, e implicaría spoilers serios de la trama de la novela).
Esto parece llevarnos a una curiosa definición para las formas que aquí nos interesan de enfermedad: La "necesidad", provocada por agentes internos pero al mismo tiempo externos a la psique del afectado, de reaccionar de determinada manera ante determinadas situaciones. O, de otro modo: La reducción no intencional de las posibles respuestas a un determinado estímulo. Por supuesto, ésto es sólo un rasgo de la enfermedad, y aún para el pequeño ámbito del que aquí uno intenta ocuparse no sirve para nada de definición completa; pero es un interesante punto de partida - Pues creo que ésta podría perfectamente ser una de las causas de la angustia emocional que siente una persona enferma. Quizás aquí nos limitemos a casos relacionados con el TOC, pero creo que con la ansiedad siempre pasa algo parecido; conozco el caso de una persona cercana que, en sus peores momentos, se derrumbaba siempre que se acercaba a unas escaleras que la debían llevar a su habitación, en el segundo piso de su dúplex - No había ningún motivo en un sentido típicamente volicional (Palabras extrañas para cosas extrañas), pero la simple visión de la escalera y la perspectiva de tener que subirla le provocaba una ansiedad absurda y enorme, inhabilitándola para dar cualquier otro paso; creo que ésto es un ejemplo perfecto de casos verdaderamente fuertes de enfermedad. Y, por supuesto, el sujeto se da cuenta de la misma irracionalidad de su acto; creo que ese es parte del motivo por el que el personaje antes mencionado se lanzó a conductas autodestructivas: Ella no había escogido en el sentido tradicional de la palabra esa forma de actuar, y se rebelaba contra ella, y se odiaba por "rendirse" ante ella (Debe tenerse mucho cuidado al comparar el caso de una persona sana con el de una persona enferma; mientras que, para su hermano, una persona sana, eso contaba como "traición", para el protagonista, que entiende un poco mejor la enfermedad, está claro que era algo que nuestro personaje habría sido incapaz de evitar); quizás si hubiera escogido actuar así se habría sentido más en paz (Incluso con la idea de haber "traicionado" a su familia, y quizás también su hermano, recibiendo la explicación de los motivos racionales que la llevaron a hacer lo que hizo, podría sentir, como mínimo, algo más de respeto y comprensión hacia ella, mientras que su comportamiento, para él incomprensible, sólo empeora las cosas), pero no lo hizo. Es vital. No escogió hacer eso, no escogió delatar a su padre. Es lo que se debe comprender. La enfermedad está conectada con la muerte de muchas formas; la muerte podría quizás considerarse la fase última de la enfermedad, cuando la limitación de posibilidades tipica de ésta (Quizás en éste caso también se puedan incluir las físicas) rematan en el absoluto cierre de posibilidades que es la muerte (Conexión débil, causalmente ridícula, que implica una especie de artificial oposición entre lo que es vida y lo que es muerte, pero rítmica; se podría esbozar algún verso sobre ésto, quizás).
No hay intención en éste escrito. ¿Era ese personaje responsable de sus actos? Sí. ¿Podría haber actuado de otra manera? No. ¿Hay alguna auténtica separación entre gente y sana y gente enferma? No lo sé. Las cosas son complicadas. La gente enferma puede ser curada, y la obsesión de ese personaje puede ser tratada; quizás acabara siendo capaz de hacer que remita o de vivir con ella. Pero es extraño, porque eso no implica que pudiera haber hecho otra cosa. Sólo implica que, si se hubieran cambiado las circunstancias, podría haber hecho otra cosa. ¿Y se pueden cambiar las circunstancias hasta ése punto? ¿Se cura realmente, una de éstas enfermedades? ¿Es exactamente una enfermedad? Parece distinta la obsesión de un inspector Javert de la bondad legalista de un buen policía. Es distinto seguir un conjunto de reglas de verse obligado a aplicar algún, cualquier, conjunto de reglas. Si no hay otras respuestas posibles para el sujeto, creo que puede decirse que está impelido a obrar de la única forma que le es posible; parece que debemos asumir la existencia de la libertad de elección para afirmar ésto y reducir esta clase de enfermedad, pero no es tampoco necesariamente así. Simplemente, como he dicho, creo que podemos asumir que ante cierto estímulo hay determinadas respuestas posibles; el verse impelido a escoger una respuesta determinada no implica que la elección fuera "libre" sin ésta fuerza, pero sí que hay una reducción de las formas de reacción posibles; no es necesario recurrir al concepto de libertad para admitir que el trastorno reduce las posibles formas de actuar, en mi opinión.

martes, 30 de julio de 2013

Casa sin puertas.

He empezado hoy.

Me siento bien. Tranquilo, pero enérgico. Trabajador. Alegre. No me asusta mucho lo que vaya a pasar. Un poco. Pero no mucho. Estoy más o menos listo para ello.
Cuando escribo, suelo intentar que el número de líneas de un párrafo sea impar. Está anotado. Si las líneas de varios párrafos seguidos suman diez sin recurrir a ningún par, me siento satisfecho. Está anotado. Todo está debidamente anotado. Todo ésto se sabe. No es importante. No es de particular importancia. Está guardado y archivado y fotografiado. Digo fotografiado porque han fotografiado algunos párrafos. Al lado ponían números, contando las líneas. Al lado de los párrafos, digo. Las fotos las hicieron con una Réflex. Muy buena. Me gustaba. Aunque no sé mucho de fotografía.
Se me aconseja que satisfaga mis "manías".

Bueno, pues lo hago.

Bueno. La ventilación es buena. Ahí no hay problemas. Es buena. Hay agua corriente. Y comida. Y agua mineral. Font Vella. Me gusta mucho. Está deliciosa. Tengo de sobra, y toda está fresquita. Tal como a mí me gusta.
Además tengo estanterías. Algunas están vacías, otras no. Las que no están vacías tienen cosas. Entre esas cosas hay libros. Y películas. Libros, películas, cedés. Abundan. Todos me gustan. Todos y todas. Tengo muchas cosas que hacer, ver y leer.
También tengo una sala de ejercicio. Por si me apetece. Y mudas de ropa. Y no sólo hay ducha, sino bañera. Incluso tiene hidromasaje. Está muy bien.
Es un dúplex. Eso me asusta un poco.

La casa parece adaptarse bien y yo me adapto bien también. El aparato artificial de luz solar da vueltas por el sótano. Paso allí varias horas al día. Leyendo. Da vueltas de forma caprichosa. Como un robot aspiradora vuelto loco. Ilumina unas paredes desnudas. Bombillas colgando del techo. Paredes húmedas. Puertas de madera. La televisión y el aparato de música están arriba, así que aquí lo único que puedo hacer es leer. Me siento muy seguro cuando cierro la puerta y el aparato va dando vueltas y vueltas de forma cada vez más previsible. A veces abrazo el aparato y hasta le lleno a besos. A veces duermo en el sótano, con el aparato encendido. Amo al aparato.

El piso de arriba está cerrado y sepultado y bloqueado y no quiero hablar más de eso. El piso de arriba es malo. El piso de arriba es malo. El piso de arriba está sucio y es maligno y no debe ser tocado. El piso de arriba es el límite. Si algún día algo baja del piso de arriba no sé qué haré pero se me prometió que eso nunca pasaría así que eso nunca va a pasar. Si algún día algo baja del piso de arriba me esconderé con mi aparato. Beberé la humedad de las paredes. No comeré. Aguantaré. Comeré hojas de libro. Nada debe bajar de arriba. Por si acaso, pongo otra estantería en las escaleras. Esa estantería no tenía nada dentro. No me servía para nada. Así sirve para algo. Aunque sólo sea para tranquilizarme. Me río. Reírme me tranquiliza. Se me advirtió que no dijera lo que hace cada cosa. Pero me tranquiliza. Se me dijo que me tranquilizara. Todo lo posible. Tranquilidad. Tranquilidad. Tranquilidad energía humildad generosidad amabilidad civilidad. Soy civil. Contrario de incivil. Cívico, no cínico.

En la esquina de la cocina hay un charco de una sustancia oscura extraña. No me suelo acercar. A veces me habla. No entiendo muy bien lo que me dice. No porque no hable su idioma. A veces distingo palabras. Muy sueltas. No las recuerdo, no me fijo mucho. Si me fijo y recuerdo alguna lo pondré aquí. No me habla mucho, sólo a veces. Cuando he pasado mucho rato abajo. O cuando me quedo mirando la escalera. Son momentos de energía malgastada. Tengo mucho que hacer. Ayer vi muchas películas. Ayer vi muchas películas. Ayer vi muchas películas. Oh dios mío, ¿qué películas vi ayer? Oh dios mío. Oh dios mío. Ah. Ah. Godard. Sí. Ese nombre. Lo recuerdo. Sí. Sí. Godard. Humildad. Tranquilidad. Energía. Civilidad. Godard, Godard, Godard. Me aferro a ese nombre y resulta que tiene espacio para manos y espacio para pies y me siento muy feliz porque está acolchadito. Sonrío, no puedo parar de sonreír, me siento feliz, me siento muy feliz aferrado a Godard, amo a Godard, te amo Godard, Godard, Godard, ¡Godard!

No me masturbo. Ya no lo necesito. Me he aburrido de ello. El erotismo en general me aburre. Aunque muchos libros y muchas películas hablan de ello. Lo miro desde fuera. Se me dijo que no podría haber erotismo aquí. No me importaba. Siempre lo he mirado desde fuera. Incluso me ha aburrido siempre un poco. Me cansan mucho los dionisíacos. Y me gusta Dioniso. Pero no me gustan los dionisíacos. Me aburren. Dicen lo mismo siempre. No me los creo. Tampoco a los contrarios. Amo a Apolo. Pero no a los apolíneos. Apolo es otra forma de locura. No racionalidad. O racionalidad es otra forma de locura. Me lío. Se me dijo que no abstrayera. Pero el erotismo es abstracto. Al menos ahora lo es, para mí. Mejor haré lo siguiente. Concentrar mis restos eróticos. El erotismo estará sólo en las películas y los libros. Será una cosa unidimensional. Estará en muchos y nada más. No habrá nada que entender. Ni profundizar. Serán como un color. Ya está. El color erotismo. Invadirá algunas cosas pero pocas. Color erótico. Sí. Eso solucionará muchas cosas. Bueno, tampoco muchas. Algunas. Podré seguir las instrucciones.

El piso de arriba el piso de arriba se está moviendo juro que se está moviendo lo juro antes no estaba ahí lo juro lo juro pero estoy tranquilo se me advirtió se me advirtió se me advirtió eso es todo lo que hará moverse y nada más me lo tomaré como una migración y ya y ya está ya está ya está.

Hay cuadros. Son cuadros bonitos. No los reconozco. Antes los reconocía. Pero me olvidé de apuntarlo. Y ahora que no tengo sus nombres apuntados no los conozco. Qué se le va a hacer. Algunos que no me gustan los he colocado en las escaleras. Estoy muy satisfecho por ello. Sonrío. Mis manos están llenas de polvo. Me las lavo. Me miro. Sonrío. Sonrío. Sonrío. Sonrío. Sonrío.

Paso más tiempo abajo. ¡Me gusta estar abajo! ¡Me gusta el aparato de luz solar! Ya nisiquiera necesito leer. A veces simplemente me quedo mirándolo. ¡Me gusta mucho mirarlo! ¡Horas y horas! ¡Es fascinante cómo ilumina y cómo se mueve y me dan ganas de matarlo a besos! ¡Cómo lo amo!
Duermo tambien con él. ¡Me he traído comida y bebida! ¡No importa, porque había una nevera portátil! Claro que sigo subiendo. Sólo allí puedo ver películas. ¡No me voy a bajar la televisión, si nisiquiera hay enchufes! Abajo leo y miro el aparato y duermo y como y bebo, y nada más. Todo eso también lo hago arriba. No es que tenga miedo a estar arriba, claro. Simplemente me siento mucho mejor aquí abajo. Con mi aparato. Oh, cómo amo a mi aparato. Cómo lo amo. No puedo expresar hasta qué punto amo a ese aparato.

Que se creen que me engañan. El piso de arriba no sólo se ha movido. Ha bajado. Ha bajado un poquito. Hay menos peldaños. No me avisaron de ésto. A lo mejor no querían engañarme. Se equivocaron. Se olvidaron. Es normal. Pero hay menos peldaños. Puede seguir bajando. Seguirá bajando. Pero tengo el aparato. Me preparo para bajar al sótano. Al sótano siempre. Al sótano.

Charco: "La letra a en el abecedario cirílico significa una serpiente marítina exponiendo sus amplios conocimientos ante una selecta audiencia de las universidades de mayor prestigio del mundo encerradas en una anguila eléctrica brillando en la oscuridad de una caja de mago borracho y saltarín y la letra significa una serpiente y la serpiente se enrolla se enrolla se enrolla hasta que no hay centro porque la serpiente ha engullido el centro de tanto enrollarse la serpiente se enrolla y entonces aparece la letra b que sig"

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

b

Estoy en el sótano. En el sótano. ¡Soy feliz! Tengo comida. Bebo la humedad de las paredes. Tengo font vella. Pero no quiero gastarla. Hago pipí. En las paredes. Y popó. En el suelo. En un rincón. La luz los ilumina. A veces. Otras no. Como poco. Leo. Tengo libros. He traído muchos. NO puedo ya ver películas. Ni escuchar música. Sótano, sótano, sótano. ¡El aparato! ¡Tengo el aparato!

domingo, 21 de julio de 2013

Microdeath sofstar

Hoy ha sido un día aburrido, escribió en su diario. No ha pasado nada en particular, escribió en su diario. No ha comenzado nada ni acabado nada, escribió en su diario. No ha habido nuevas palabras ni viejas palabras ordenadas de formas nuevas, escribió en su diario. No ha habido nuevos hechos ni viejos hechos ordenados de formas nuevas, escribió en su diario. En general, mismo día que ayer, y que anteayer, escribió en su diario. Misma forma, distinto contenido, escribió en su diario. El contenido no importa una vez es traspasado por la forma, escribió en su diario. Retorno, retorno y retorno, escribió en su diario. Y al final del día lo escribí en mi diario, escribió en su diario.

James es un chico normal.
John no es un chico normal
James se mueve de formas habituales. Camina sin pensar demasiado en el acto de caminar. Come, bebe, disfruta, corre, fornica, siempre sin salirse de los cánones y sin pensar siquiera en ellos.
John se mueve de formas habituales. Camina pensando demasiado en el acto de caminar. Come, bebe, disfruta, corre, aunque no fornica, siempre sin salirse de los cánones y pensando demasiado en ellos.
James y John son amigos. James no piensa demasiado en el hecho de que son amigos. James quiere mucho a John. James considera a John uno de sus mejores amigos. James confía casi ciegamente en John. James recibiría una bala por John. A veces lo piensa. Pero no mucho. Lo considera normal. Es normal. Uno hace cosas por sus amigos. Uno confía en sus amigos. John es su amigo. Él, James, es amigo de John. Se saludan y se insultan de broma y se dan palmadas en la espalda. Tienen bromas recurrentes y se cuentan las mismas cosas ocurridas en diferentes momentos. John habla de castrarse. James se ríe y le da una palmada en la espalda. John se ríe y dice que sería un derroche. James se ríe y está de acuerdo. John se ríe y añade que está siendo un derroche, igualmente. Ambos se ríen.
James está contento. O no lo está. Disfruta. A veces está triste. No mucho. Le pasan cosas malas. A veces ocurre. Es normal que pasen cosas malas. Intenta no darles importancia. Pero a veces le duelen. Se las suele contar a John. John le intenta animar. James se deja convencer. James sufre y disfruta. Le pasan cosas buenas además de las malas. James piensa que le pasan más cosas malas que buenas. John le dice que no le de tantas vueltas. James está de acuerdo. Pero le da vueltas igualmente. Le parece que no tiene una buena vida. Le parece que está triste y que de algún modo no es feliz. Pero igualmente está contento, sobre todo cuando está con John. Se siente realmente cómodo estando cerca de John.
John no se siente cómodo con James. Pero se siente cómodo, en cierta manera. John sabe desenvolverse cuando está con James. Pero no se desenvuelve, sino que desenvuelve algo. De alguna forma, todo lo que habla con James son invenciones, y es consciente de ello. John aprecia mucho a James. Pero no puede acabar de apreciarlo del todo. John no recibiría un balazo por James. John sabe que debería recibir un balazo por James, pero no se siente capaz; John sabe que si tuviera que escoger su vida o la de James, escogería la de James, pero no por James, sino por él mismo.
John piensa mucho en el suicidio. No se lo cuenta a James. John sólo le cuenta a James las cosas que James le cuenta a él. John se siente como si sólo parte de él fuera amiga de James. John piensa que si le dieran la oportunidad de morir la escogería aunque eso perjudicara a James. A lo mejor incluso estaría dispuesto a que se murieran ambos si eso implicara que él, John, se muriera. John se siente una existencia espiral. Todo lo que le llega da miles de vueltas antes de ser absorvido. No es una esponja como James. Es una espiral. No una esponja. James es una esponja. John una espiral. James esponja, John espiral.
A veces se cansa de pensar de esa forma y piensa de otra. No le resulta difícil. En realidad no tiene una forma fija de pensar. En realidad siente que es extraño. A veces piensa que más que una espiral es un cono. Él está abajo. El cono apunta hacia abajo. Está en la punta. Arriba está lo demás. Lo demás es James, sobre todo, y las circunstancias y los hechos y las palabras. Pero tampoco es un cono. A veces John piensa que en realidad James y él son iguales. Eso no le disgusta. John quiere mucho a James. Pero John no puede querer del todo a James. John es demasiado extraño para querer del todo a James. O así piensa él. También piensa que en realidad es normal. Piensa que en el fondo quiere a James mucho más de lo que cree. Piensa que la espiral es distinta, que el hecho está abajo y él es el que va dando las vueltas hasta perder el origen de vista. John piensa demasiado.

"Is there anybody out there?"

Al principio, cuando la gente desapareció, John se sintió muy desconcertado. ¿Adónde habían ido? ¿Habían muerto? ¿Había habido una epidemia? ¿Cómo habían podido simplemente desvanecerse? John se devanó mucho los sesos. James estuvo más tranquilo. A James no parecía importarle. James nisiquiera lo mencionó. Así que John no se lo mencionó a James. Un día James fue a casa de John. A partir de entonces vivieron juntos. Se alimentaban de la comida que quedaba en los supermercados. De las latas de conservas de las casas. De lo que pescaban en el río. De los frutos que caían de los árboles. Adam y Steve, pensaba John, jocoso. Aunque no sentía ningún impulso erótico hacia James. James tampoco sentía ningún impulso erótico hacia John. James ya no fornicaba, por supuesto. James y John se hicieron iguales en eso. Pero sus conversaciones no cambiaron. John siguió quejándose de lo poco que ligaba. Siguió bromeando con la castración. James se reía y le daba una palmada en la espalda. Le hablaba de viejas conquistas. Cada vez más viejas. No podía renovarse. No tenía otra opción que repetir una y otra y otra vez las viejas. John temía y ansiaba el probable momento en que empezara a inventárselas. Sabía que, con el tiempo, se las creería. James era así. John también era así. John también se las creería.
James y John escuchaban música. Compartían gustos. Tenían tiempo, así que investigaban sobre todo tipo de bandas y géneros. Les gustaban todos. Decían que da igual el género si el músico es bueno. Escuchaban a Beethoven y luego a Elvis y luego a Pink Floyd y luego a Chopin y luego a Miles Davis y luego a David Bowie. Bailaban. Se inventaban bailes. O imitaban bailes. Internet funcionaba. Y había muchos libros. Así que aprendían mucho. De muchas cosas. Música y bailes, entre ellas. For the tree of knowledge is, actually, the tree of life, contradecía John a Byron, y James estaba de acuerdo. Ambos habían leído a Byron. Habían tenido tiempo. Les gustaba mucho Byron. Pero creían que en realidad había que conocer. Aprender. Disfrutaban de ello. Nada les gustaba más que aprender nuevos conceptos o leer nuevos poemas o bailar con nuevas ideas. Cada uno a su manera. James era infeliz pero estaba contento. John era infeliz y no sabía si estaba contento. Creía que sí. Fuera como fuera, tenían mucho que hacer. Y mucho tiempo. Muchísimo tiempo.

They didn't fade away. They weren't there to begin with.

John también aprendió mucho de cocina. James también aprendió de cocina. Pero James no cocinaba. James no sabía cocinar. No quería saber cocinar. No sabía por qué. Manías, decía, encogiéndose de hombros. Algunas cosas simplemente no me gustan. Como a ti. A ti no te gusta fregar. No te gusta nada. Así que lo hago yo. Pero para fregar no había que estudiar. Así que John tenía mucho más trabajo. Porque John estudiaba libros de cocina e historia de la cocina y aprovechaba su irreal superabundancia para cocinar cada día algo distinto a lo que James y él siempre o casi siempre respondían satisfactoriamente. Pero a John no le molestaba. John disfrutaba cocinando. John creía que disfrutaba cocinando. John tenía una sensación agradable al cocinar. Como al leer sobre cocina. O al escuchar música. O al leer a Byron. John tenía muchas sensaciones agradables. También muchas desagradables. Pero muchas agradables. James también. James se creía infeliz. O creía creerse infeliz. John no sabía si creerse infeliz. John no estaba  muy seguro. Tenía muchas sensaciones agradables. Pero también desagradables.
John no sabía cómo se sentía sobre la desaparición de la humanidad. Al principio le daba muchas vueltas. Le estresaba. Quería entenderlo. Pero le confundía. Y se sentía mal. Ahora ya no le daba vueltas. No se sentía tan mal. Pero a veces le parecía extraño. O tenía miedo. O echaba de menos. Sobre todo a sus padres. Y a su perro. También desaparecieron los perros. Y los gatos. A saber por qué. "A saber" era la fórmula que más se veía obligado a utilizar John en su cabeza al pensar sobre la desaparición. Aunque, de todas formas, ya apenas pensaba en ella. Simplemente ocurrió. O eso pensaba. James no pensaba sobre ello. Simplemente lo aceptaba. O no lo aceptaba. Lo negaba. O lo afirmaba. No lo sabía porque no pensaba en ello. Era como una especie de rumor sordo. A veces lo notaba. Otras, no. Cuando lo notaba, simplemente se quedaba quieto. Dejaba de hablar. O de fregar. O de atender a la música. O de leer a Byron. Se quedaba quieto. Esperaba. Entonces se iba. Y entonces James se relajaba y seguía a lo suyo. Fuera lo que fuera, en ese momento, "lo suyo". John no decía nada. John no tenía esos momentos. John no tenía esos momentos porque aceptaba el hecho de forma distinta. Era constante. No algo que se introdujera de repente. Era también un rumor sordo. Pero siempre lo oía. Era parte de lo desagradable. Lo que le hacía dudar de si calificarse de feliz o infeliz. A veces volvía a pensar en ella. Pero era menos expresivo que James. O eso creía. A lo mejor también a él se le notaba, y James, como él, no decía nada. No lo sabía. Pero no podían hablar de ello. Eso estaba claro.

Is it too much for you too soon? Does it haunt you? Are you afraid to follow through?
Is it too much for you too soon? Like perfume. When it turns on you.

Fear sucks the senses like a leak, feast upon the emptiness that is increased.
All you need is time, but time recedes behind.

Aunque ellos sí tenían tiempo, pensó, embriagado como siempre por el afrodisíaco que era la música de Phideaux. James había cerrado los ojos. Siempre los cerraba con Phideaux. Temblaba. A veces lloraba. Era interesante. John no se solía sentir tan conmovido por la música. O sí. Pero no era tan expresivo. James era mucho más expresivo que él. James se sentía conmovido por la música y ésta le aplastaba y le llevaba por dónde ella quería. John se sentía conmovido por la música y ésta le aplastaba y le llevaba por dónde ella quería, pero le quedaban reductos. No era tan invadido. Sentía cierta indiferencia. Cierta. En realidad quizás no fuera distinto de James. A James lo veía desde fuera. A John no lo veía desde fuera. No podía pensar en John como John. John era yo. James era James. Era distinto. A lo mejor a James le pasaba lo mismo. A James no le pasaba lo mismo. James simplemente se dejaba llevar. Pero John pensaba que a lo mejor a James le pasaba lo mismo. A veces John pensaba que había algo esencialmente distinto en sus formas de pensar. A veces no. James no pensaba en ello. Si James no piensa en ello, razonaba John, eso debería ser prueba suficiente de que eran distintos. Pero no sabía si James pensaba en ello. Porque él no le decía a James que pensaba en ello. Así que a lo mejor James pensaba en ello pero tampoco se lo decía. A lo mejor eran camaradas, más de lo que esperaba. Eso le relajaba. James no pensaba en ello.
El tiempo no se quedaba detrás. El tiempo estaba delante. O aquí. No lo sabía. Era extraño. James y él no crecían. Llevaban mucho tiempo en esa situación. Pero no crecían. Era extraño. No crecían. John pensaba en por qué no crecían. John no sabía por qué no crecían. A veces John se escondía para llorar. John se escondía para llorar porque estaba confuso y muy triste. Estaba confuso y muy triste porque su situación era muy confusa e incomprensible y extraña y misteriosa y horrible. James simplemente se paraba, de vez en cuando, como un autómata al que hay que volver a darle cuerda. Pero la cuerda se la daba él mismo. James era una máquina de movimiento perpetuo, pensaba John, y se reía. Para sus adentros. Se reía para sus adentros porque, si no, James le preguntaría que por qué sería. O no. Normalmente se reía cuando James estaba "apagado". Al menos por ese motivo. Se reía en muchas otras situaciones, claro. Pero en las demás situaciones el motivo de su risa solía estar claro para James. En esa ocasión no lo estaría. Y tendría que explicárselo. O quizás no, porque James estaría parado. Probablemente no reaccionaría. John no lo sabía, y no se sentía tentado a probarlo. John no se sentía tentado a hacer nada que pudiera poner en peligro el equilibrio que había alcanzado su amistad con James. John no quería poner en peligro los hilos que lo unían a James. John, al fin y al cabo, se sentía bien con James.

domingo, 14 de julio de 2013

Melancholia.


Why do you stare
Do you think that i care?
You've been mislead
By the thoughts in your head


The Endless Enigma (Emerson, Lake & Palmer)

Agujas. Agujas.
La bóveda celestial en su máximo esplendor. Oh, la luna. Luna llena, luna sobre la que tanto se había escrito. Metáforas bellas, metáforas elevadas, metáforas metafísicas, metáforas completamente estúpidas. Poetas, filósofos que ignoran el enorme peligro de la metáfora. La metáfora que invade lo real, que lo ocupa, lo ocupa, lo va llenando hasta substituirlo. La metáfora que se convierte en algo más real que lo que representa. La metáfora que construye y destruye, la metáfora que cambia y dinamiza y al mismo tiempo lo convierte todo en un mundo estático, estático, tan bellísimamente estático, tan elevadísimamente estático, lo estático como metáfora (Oh, la irresistible caída, el vértigo de desearla, la enorme delicia de autocontradecirse, presentar las contradicciones en un discurso multitudinario y reír a carcajadas cuando alguien las hace notar) de lo divino.
Pero agujas. Oh, otra metáfora. Uno no puede evitar reírse. Reírse, reírse de sí mismo y de la raza humana y de absolutamente todo. Reírse, reírse, reírse ante el ridículo que parece (metafóricamente) ocuparlo todo. La risa como metáfora que cura las metáforas. La risa como metáfora que cura las metáforas...
Pero agujas. Agujas. Aunque las agujas sean una metáfora, aunque pensar agujas y aplicar agujas cambie el objeto al que se aplican, el hambre está ahí. Existe. Oh, y tanto que existe.
El planeta Melancholia brillaba. Era un brillo curioso, intenso, azuláceo. Por supuesto que no provenía de él, pero a veces uno no podía evitar pensar que era justo el brillo adecuado a ese nombre (Craso error, dado que probablemente el nombre se le diera a causa del brillo. Metáforas acumuladas sobre metáforas. La escena de Aguirre en que los soldados ven un galeón sobre un árbol, y se preguntan si existe o si es una metáfora de sus deseos. Oh, de qué coño sirve pensar ahora en Aguirre. ¡Mierda de maravilla de película que no se dejará volver a ver...!).
Se estimaba que quedaba alrededor de una hora para el choque (Él lo estimaba, observando por el telescopio, asemejándose quizás a una extraña versión de La ventana indiscreta, observando con morbo sensacionalista el acercamiento del gigantesco planeta).
Pero las agujas. Oh, las agujas. De tanto pensar que eran agujas uno acababa convencido de que realmente le estaban clavando agujas. Miles de agujas. Una tras otra. Una sobre otra. Una provocando que la anterior se clavara con aún más profundidad. Agujas, agujas, y uno se convertía de pronto en un jersey y no tenía que preocuparse porque las agujas no eran más que una parte del proceso de llegar a ser. No debían doler, no debían angustiar; tan sólo ayudaban, tan sólo echaban una mano a la hora de ser y de evolucionar y de convertirse en. Oh, una metáfora peligrosa, pero relajante. De nuevo, el delicioso placer de contradecirse. De sentirse un Nietzsche que se ataca a sí mismo. De martillear y martillear y acabar alcanzándose a sí mismo (Asegurarse de que uno acaba alcanzándose a sí mismo).
Desperezarse y cambiar de postura. Sentir la hierba sobre el rostro, iluminada por el intenso azul de Melancholia (El intenso azul de la luz que pasa por Melancholia). Mirar el reloj y ver que queda media hora y sentir otra aguja (¡Niña, espera un poco que en nada te acabo el jersey! ¡No vayas a coger frío!).
Y entonces hartarse. Levantarse. Saber que es inútil, pero querer disfrutar los últimos momentos (Se detecta metáfora). Saberlo irrelevante, pero desear hacer algo (El protagonista de Ikiru). Saber que se acerca el fin de la metáfora, pero desear crear una nueva (La memoria poética que regresa a sí misma antes de autodestruirse).
Pero sentir como una aguja atraviesa el estómago y lo obliga a uno a tirarse y a retorcerse y a gritar y a chillar y a comer tierra y a babear y a vomitar y a convulsionar y a revolcarse y a enfermar (Vid. Arte).
Entre convulsiones, mirar. Que no haya reloj. Que no haya tiempo.¿Qué implicaría pensar el tiempo sin un reloj? Sin duda se lo pensaría de forma radicalmente distinta, pues los segundos y los minutos y las horas y las matemáticas son una forma de pensarlo y de aceptarlo y de concebirlo (Física cuántica: El objeto cambia al ser observado). Veinte minutos no son la eternidad; veinte minutos son. La ausencia de adjetivos. El ser como ser, en cuanto a que es.
Mirar.
Agujas.
El planeta acercándose lentamente. Lentamente. Suavemente. Trayectoria en espiral (Perversión del divino círculo, dinámico en vez de estático, Cien años de soledad). Minutos. ¿Minutos? (Happy. Happy?, desear reescuchar discos de Oldfield). Si no se piensan los minutos, no hay minutos. Las metáforas requieren ser pensadas para ser. La metáfora es el mundo de Berkeley, el mundo del idealismo subjectivista, el divino y circular y absoluto mundo de las Ideas. ¡Incluso las metáforas del cambio son tan asquerosamente estáticas...!
Agotarse súbitamente. Mirar desafiante al fin. Esperar.
Sentir agujas. Pensar en como La muerte de Artemio Cruz acaba afirmando la propia muerte.
Morir (Synechdoche, New York: Toda muerte es la misma muerte. Las diferencias no importan porque todas las vidas son iguales en su individuación).

- Semblanzas del fin del mundo, capítulo XVII: Los pedantes.

miércoles, 3 de julio de 2013

Boris y sus tres versos (En estado de caracol)

"In my eyes I have seen this before
golden mountains with dirt on
the floor
and the light waves contract and distort
 as a lone sun ship sets into port.

Animation has jumped from the block,
 voice control keeps sidereal clock,
 it's madness pointing at you.
(...)
And the scriptures must always make sense
 over simple the mind is too dense
 march onward the soldier arrives...

March onward biding his time...

March onward losing his mind... "
- Boris and his three verses, de Yezda Urfa

Gesto tranquilo y voz suave se juntan con todo lo demás para formar a un anciano de largas legañas y barba postiza. Hombre solitario y excelso, espolvorea oro sobre su comida y la devora con un gigantesco tenedor en forma de caracol. Sabio, tranquilo, quizás hasta un poquito zen, camina con paso suave por las montañas sobre las que una vez escribió tres versos. Se despereza por las mañanas, con la luz del sol alumbrando su dentadura dorada, y, envuelto en mantas, se afeita y se peina meticulosamente antes de desayunar. Ya con su barba postiza puesta, sale y pasea por las gigantescas montañas que le vieron dar a luz una vez a tres versos. Sólo a tres.

Tocado, cayado, escalera de caracol. Repetición de imágenes, una y otra vez. Boris sentado en un gigantesco sillón de oro. Tráveling hacia atrás demuestra que el sillón, y por tanto Boris, se encuentra dentro de un diamante. El diamante está enquistado en las fauces de un dragón. El dragón, ya moribundo, exhala un suave aliento que aún envenenará varios millones de semillas antes de disolverse. Tráveling hacia atrás muestra que el dragón es la lengua de Boris. Tráveling hacia atrás muestra a Boris mirando hacia abajo.

De vez en cuando, unas piedrecillas caen desde la cumbre, animando su paseo. Enérgico a pesar de su edad, Boris da una vuelta entera a su montaña (La que considera su montaña, madre y hermana, obra y autora) para volver al lugar donde empezó. Repite. Repite. Todos los días, hasta la hora de cenar. Porque Boris sólo desayuna y cena. Su cena es una natura morta decadentista. Guarda sus viejos dientes en un pequeño saco que siempre lleva atado al cuello.

lunes, 1 de julio de 2013

Qué desgracia (Berg).

Qué desgracia, qué desgracia. No, no me lo esperaba. Qué desgracia. Qué desgracia, qué desgracia. Quién se lo hubiera esperado. Semejante desgracia. Qué desgracia. ¿Así quedo bien? Qué desgracia, qué desgracia. Niña, muévemelo un poco a la derecha. Fortachón, apúntame bien con eso, sí, así es. Los malditos jóvenes que sois. Pero qué desgracia. No sabéis captar hasta qué punto es una desgracia. Desgraciadamente, porque es una desgracia que no sepais captar la desgracia. Qué desgracia, qué desgracia. Cierra la boca. Es una desgracia, y sólo yo sé apreciar que lo es, y hasta qué punto lo es, y cómo lo es. Yo, sólo yo comprendo. Qué desgracia. Desgracia mitológica, hijos. Que os creéis muy vuestros, pero no, que no ha cambiado. Ni que fuerais a entender las cosas mejor que yo. Hijo, gira un poco esa luz. Sólo un poco. Mirad, es una desgracia en el sentido en que la historia de Orfeo y Eurídice es una desgracia. Que sí. Así, un poco a la izquierda. Desgracia mitológica, sí señor, desgracia cargada de épica y tragedia. Y todo descolocado. El leñador cavando. El lobo asesinado. Pero todo sigue igual. No sabéis captar las desgracias, hijos, porque las desgracias no son sólo desgracias. Las desgracias van más allá de sí mismas y se insertan en otro orden de cosas, sí señor. De hecho, las desgracias prácticamente forman ese orden de cosas; muy poca alegría vais a encontrar en la mitología, hijos, porque muy poca alegría vais a encontrar en las desgracias, y las desgracias son la materia de la que están hechas las cosas que realmente son. Aquí, mejilla derecha. Realza. Muy bien. No sabéis nada, hijos. No sabéis que cada desgracia es producto de una singularidad y de una repetición. Que esto lo tengo yo muy claro. ¿Ha ocurrido? Claro que sí. Pero se podría igualmente admitir que no ha ocurrido. Vosotros no podéis admitir ésto, y os quedáis con sólo un lado de la moneda. No lo entendéis. La desgracia, la desgracia es la esencia de todo. Todo es desgracia o no-desgracia, ¿sabéis?, y la no-desgracia viene sólo como contraparte de la desgracia, la desgracia no está ausente en la no-desgracia. Todo es repetición, sí señor, como dicen vuestros pequeños nihilistas, pero esa repetición sólo se puede sostener en su propia imposibilidad. La mitología misma implica que los sucesos sólo son simulacros de sí mismos. Es todo un juego, como siempre. Ya lo dicen todos los buenos. Hazme el favor, pásame el paño. Hijo, que no puedo moverme mucho, ten un poco más de energía. Ay, qué desgracia. También es una desgracia que ninguna desgracia pueda aspirar al título de desgracia. ¡Oh!, la estructura del mundo es muy extraña, hijos. Que os lo digo yo. Al final uno sólo puede quedarse mirando embobado cómo las constelaciones se van formando por sí solas. Todo ésto es una repetición de pensamientos obsesivos de un hombre loco, atado a una silla, ojos totalmente abiertos. Y todo es una desgracia, hijos. Qué desracia, qué desgracia. Desgraciada la desgracia que no puede desgraciar, amén. Desgraciamén. ¡Berg! Berg. Bergueando vamos aguantando, hijo. Tú berguea mucho, todo lo que puedas, con muchos bergs muy bonitos. Acércame un poco el berg. Así, por toda la cara, te parecerá bonito. Berg. ¡Berg! Desgracia. Berg berg. Berg berg berg. Berg berg. Todo está aquí, hijos, berg berg. Las cosas son de una forma, y no de otra, y justo por eso las cosas no son de una forma ni de otra berg. Ni de un berg, ni de otro. Berg berg. Berguead todo lo posible, no seais tontos. No intentéis cosear las cosas, sólo bergueadlas. Berg berg. Qué desgracia. Bergracia. Verbigracia. ¡Su santidad, qué pronto ha llegado! Sí, sí, Susan, les estaba hablando sobre el Berg y la desgracia, pero no pillan nada, no se enteran de nada, como nadie se entera nunca de nada. Anda, pon la tele, Susan, que ni eso saben hacer sin convertirlo todo en algo vacío y estúpidamente carente de Berg. Que a ver qué vamos a hacer sin berg. Coño ya. Es una desgracia cargada de berg. Vosotros dejad que todo se llene de berg, y ya veréis como empezáis a entenderlo todo mucho mejor. Aunque a lo mejor ni podéis. Berg, berg, mucha sabiduría y muy poca cabeza. Sí, Susan, debe de ser la política, que los pierde ya desde pequeños. En la política no hay Berg posible. Hijos, no sepais nada de historia. En serio. La historia carece totalmente de Berg. La historia es pura política, y la política es la pura ausencia de berg. Berg berg. Las desgracias políticas no son desgracias hasta que dejan de ser políticas. Berg berg. Tanto perderse en un mundo que entendéis. Oh, yo soy tal, tú eres tal, pero ¡pam!, llega la escritora fría, y ¡pam!, debajo está el terror de lo vivo. Qué tontería. Ambos. Qué tontería. Si todo es mitología y Berg, y más allá de eso no hay nada. Berg berg. Berg berg. Señor presidente, háganos el favor de volarse los sesos. Sonría para la foto. Antonio quería berguearse a su chica, pero su chica le dijo que Berg. Berg. Berg. Susan, Susan. Berg berg berg berg. Moved la luz. El polvo. Talco. Polvo. Talco. Polvo. Luz. Talco. Berg. ¿No lo véis? Es claro como la jodida geometría. Antonio no se la pudo berguear, ¿así que qué hizo? Pues hizo Berg. Y ese Berg era tan nuevo que era viejo. Y la singularidad de la repetición pasó desapercibida a los arrogantes jovencitos que se creían parte de una generación distinta y que no tenían ni idea de lo que era la desgracia. Ni el Berg. Señor presidente, señor presidente. Señor presidente, ¿está usted ahí?, señor presidente. Grítelo, señor presidente, y sonría, señor presidente. Señor presidente, sonría, los sesos mancharán la pared y formarán la palabra "BERG", el Verbo puro, la única, lo único, oh, dioses, no. No lo sabéis. No lo sabéis. Quiero arrancarme todos los pelos. Susan, arráncame los pelos. Susan, Susan. Susan, las rubias de Hitchcock. Drácula. La desgracia. No lo entienden. No saben nada. Susan, Susan. El señor presidente está sonriendo y le veo todos los dientes, Susan. Todo va bien. Todo va bien. Vuelve, vuelve, vuelve, vuelve, vuelve. Mar, mar, mar. Vuelve, mar, desgracia del mar, todo metido en un embudo con un poco de leche. Un queso delicioso, se lo decíamos siempre. Qué desgracia. El queso, la desgracia. Ahí está. Berg. berg berg berg berg berg. ya basta. fuera. señor presidente, por favor, vuelva a devorar sus sesos. señor presidente. susan, háblame. susan, bendice la mesa. hoy de comer hay berg. susan, ¿no lo ves?, susan, quiero que me rescates. susan, sácame de esto. susan, susan. me oprime. susan. no hay nada de lo que salir y no puedo salir. no hay nada de lo que no pueda salir saliendo pero no puedo salir ni entrar. no puedo entrar. no entro. no salgo. susan, susan. vuelve. susan, está volviendo. susan, las obsesiones de la realidad, ni yo misma las entiendo, susan, menudas mentiras les estaba soltando a esos jovencitos. susan. es una desgracia. es una desgracia. qué desgracia, susan. qué desgracia.

martes, 25 de junio de 2013

Francisco: Declaración de guerra (Documentación del pasado)

Queridos compatriotas:

Hoy, veintiseis de junio del 20XX, le declaro oficialmente la guerra al mundo. Y para no olvidarme voy a ponerlo en carta. Le comunico al mundo que me dispongo a invadirlo, y mis intenciones son agresivas. Me cae francamente mal, y su forma de funcionar me parece ineficiente y francamente estúpida.
Por supuesto, esto no significa que vaya a tomar acciones que impliquen, por así decirlo, "quemar los puentes" entre el mundo y yo. No, éste acto es puramente simbólico; unas relaciones que ya antes eran tensas adquirirán un rango más formal y oficial, y a partir de ahora toda relación de mi ínclita persona con el mundo se realizará según los procedimientos oficiales regulados según las convenciones de Geneva y blah, blah, blah.
Le comunico al mundo que estoy listo para dañar sus pilares en todo lo que pueda, y que no aceptaré ninguna paz que no implique una rendición total. Me siento moralmente obligado a informar que sólo aceptaré una total anexión del mundo, de tal forma que todo éste se convierta en simple y llanamente Yo, una especie de terreno avasallado que mantendrá relaciones de índole feudal con el resto de mi psique.
Caso de ser ésto imposible, comunico mi disposición a realizar una guerra total; no escatimaré en tácticas ni en armas, y estoy dispuesto a recurrir a las formas más sucias de guerra disponibles a mi alcance. Después de todo, ¿qué no puede hacer uno, armado de Gombrowicz y de Krasznahorkai? Le ruego al mundo que por favor se lo piense en profundidad antes de tomar una decisión respecto a su reacción ante estas declaraciones, pues una inmediata rendición nos evitará perder un montón de tiempo que podríamos haber perfectamente invertido en mejor detallar las relaciones de vasallaje en que éste acabará necesariamente respecto a mi persona, si no queda abocado a una destrucción total.
Doy las gracias al mundo por escucharme, y le comunico que mi decisión es inamovible. Y yo no pienso ser destruído, así que más le vale ir rindiéndose.

Firmado:

Francisco, Yo, Gobernador de Yo y Legímito Aspirante a Gobernador de Mundo.

miércoles, 19 de junio de 2013

Francisco/Alfredo. Esbozo. Parte uno.

Hola.
No se me ocurre otra forma de empezar esta, por así llamarla, "obra". No creo que tenga muchos visitantes, pero supongo que he de ser educado con los que llegan.
Supongo.
Cómo están.
O estáis. A mí podéis tutearme. Sin complejos. El usted me parece incluso un poco degradante. Quizás porque se ha reflexionado más sobre el tú que el usted. A uno le dicen "Tú" y oh qué cosas tan complejas y abstractas y enormes se le vienen a la cabeza. A uno le dicen "usted" y sólo piensa en un japonés inclinando la cabeza. O a lo mejor eso soy sólo yo. Espero que no sea algo racista. También pienso en conquistadores españoles de coraza brillante, pero a esos los relaciono más con "vuestra merced".
Bueno.
Si estáis bien, me alegro por vosotros. Si estáis mal, no os preocupeis. Mucha gente está mal. Seguro que podéis superarlo. Ánimo.
Yo estoy bien.
Hola.

Me llamo Francisco. Tengo veintitres años y vivo sólo.
Soy entomólogo. Bueno, no exactamente. No estudio insectos, en sí. Pero sé mucho de insectos. Y conozco a mucha gente que sabe mucho de insectos. Y como sé bastante de informática, me he convertido en un vendedor de insectos a escala internacional. Porque me pasan insectos. La gente que sabe de ellos. Son de muchos países. Y en España a mucha gente le interesan los insectos. Coleccionistas. Fetichistas. Sabios de larga y rala blanca.
Pues yo recibo los insectos. A veces muertos. A veces no. Depende. Los pongo, enjaulados, en la cocina. Nadie se queja porque vivo sólo. Bueno, podría quejarme yo. Pero no lo hago. De todas formas, no uso la cocina. En realidad sólo uso mi habitación, el baño y el pasillo que une ambos cubículos. Qué pedante suena cubículos. Pero no se me ocurre qué palabra usar. Bueno, no soy filólogo. Si algún filólogo me lee, le agradecería que me dijera cuál es la palabra adecuada. Por favor. Estoy abierto a todo.
Ahora debería decir por qué escribo ésto.
Bueno, la respuesta es la de Laura Marling: "Hablo porque puedo". Aunque no es exactamente así. No es sólo porque pueda. También quiero. Pero se podría decir que hablo por hablar.
No tengo ningún objetivo particular. No me interesa que me lean. De hecho, creo que no quiero que me lean. Me avergonzaría bastante. Tened piedad, los que me estéis leyendo. Si alguien me está leyendo. He dejado los comentarios abiertos. Públicos. Así que podéis decirme lo que queráis. Pero con piedad, por favor. Uno tiene sus inseguridades. Ya sabéis. Años de bullying y psicología constructivista. Soy un fracaso psicológico. Aunque, por otra parte, supongo que la sociedad es un fracaso sociológico. Soy un fracasado típico, supongo.
Aunque tengo éxito económico. Es sorprendente lo que se puede sacar con la venta de insectos. Desde luego, lo suficiente para permitirme vivir y mantenerme sólo. Creo que lo de que vivo sólo lo he dicho ya. Es muy importante. Increíblemente importante, de hecho. Me gustaría describiros las condiciones de mi soledad, pero creo que literariamente quedaría mal. Así que ya lo haré luego.

Tengo Facebook. En Facebook uso mi nombre real. Aquí no uso mi nombre real, así que no podéis buscarme en Facebook. Es para que mis contactos y mis clientes no sepan que escribo ésto. Simplemente no quiero que sepan ciertas cosas. Escribo ésto para pasar el rato (Al menos esa es la excusa que me doy ahora mismo), y desearía evitar que tan sano objetivo tuviera alguna consecuencia profesional negativa. Personal no. "Personal" es una palabra que me suena rara. "Personal" es para mí sólo yo. No sé si me explico. No hay ningún tú en mi vida. Excepto el que me imagino. Pero el tú que me imagino es creación mía, así que es parte de mi yo. Así que no es un tú, exactamente. Es sólo una limitación de mi yo. No sé si me explico. Vosotros estais inventados por mí. Aunque también sois un espacio vacío. Mi tú es un espacio vacío. Al menos no soy como ciertos yos que crean un tú a su imagen y semejanza. Para poder hacer eso, tendría que ser un Dios. Y en cierto modo lo soy. Pero no quiero insistir sobre eso.
En Facebook tengo a tres clases de personas: Clientes, contactos (los que me mandan los insectos) y desconocidos (Normalmente gente que antes tenía otro estatus pero que ha lentamente ido pasando a esta categoría a medida que vaciaba todos los tús y no me atrevía a borrarles por si se dieran cuenta de que ya no son tús, a veces me envían uno o dos mensajes y yo tengo que responderles como si existieran, bueno, exagero, ellos existen, está claro, pero no de una determinada manera; es decir, existen, pero no existen como tús, ni como ellos (tengo todo ésto muy pensado aunque de buenas a primeras suene muy lioso, lo juro), sino simplemente como otros en el sentido más puro de la palabra, seres que no tienen nada que ver conmigo ni con nada porque nada que no tenga nada que ver conmigo se me merece la categoría de algo cuando hablo desde mi puro yo, bueno, sueno megalómano, pero ya me explicaré, y ahora voy a cerrar el paréntesis). Los clientes y contactos son "ellos". No tús. No ocupan ningún espacio, pero tampoco están en un mundo de nada. Los acepto porque no me queda más remedio, pero no me estorban. El saber no ocupa lugar, y los contactos comerciales tampoco (Dios mío, qué símil tan absurdo acabo de soltar).
Vivo sólo. Creo que ya lo he dicho varias veces. Nunca me encuentro con mis contactos ni con mis clientes en persona. Tengo Facebook porque es un medio práctico de efectuar transacciones. Más que largos emails que comienzan con un "estimado señor X" y acaban con un "saludos nombre real". Simplemente les digo, "¿Qué?" y "¿Cuánto?", y lo entienden muy rápido. Funcionamos bien. Por supuesto, uso email con muchos. Y también uso eBay. Pero no me gusta. Prefiero Facebook. Además, Facebook es muy bonito. Y te informa de muchas cosas. Yo me puedo pasar horas en Facebook mirando cosas de músicos y escritores que me gustan. Uno se entera de mucho. O los perfiles de mis clientes. Me gusta pensar que convierto lo que toco en mío y lo traslado a mi "mitología personal". Bueno, vale, es otro término raro. Este os lo explico ya, venga, que es facilillo: Es el conjunto de cosas que son algo para mí y que por tanto tienen algo asociado. Algún valor. Comercial o sentimental. O intelectual. O todo junto, no sé. Son cosas que han dejado de ser "una cosa" y ha pasado a ser "esta cosa". Un símbolo de tal y cual. Que me despierta tal y cual. Categorías que uso en mis pensamientos. Historias que me sirven de ejemplo. Conceptos que ayudan en mis reflexiones (Reflexiono mucho, y estoy convencido de que algún día esto me reportará algo, no necesariamente algo de fuera, pero sí algo de dentro, es decir, que algún día podré sacar algo de dentro que sea realmente grande, o quitarme algo de dentro, o crearme algo dentro, no sé, no me explico bien. Me siento mal cuando abro un paréntesis, porque nunca sé cuándo cerrarlo, y me entra una especie de vértigo ante la idea de que el paréntesis se extienda hasta el infinito. Simplemente avanzando y avanzando. Puro movimiento inercial, no afectado por ninguna fuerza exterior; física clásica en toda su geométrica gloria. Pero lo evito cerrándolos de forma arbitraria. Por ejemplo, aquí. O aquí. O aquí.)

La entrada anterior la cerré con el paréntesis. No pude evitarlo. Ya no sabía qué estaba diciendo. En realidad, creo que en ningún momento sé lo que estoy diciendo. Simplemente hablo. Tampoco me importa. No hablo sobre nada, y así me puedo permitir tocarlo todo. No me encierro en uno o dos temas. No soy un hombre obsesivo. O quizás sí lo sea. Seguramente he hablado ya mucho de mi soledad. Vivo sólo. Pero no es una soledad dolorosa. Ni estoy obsesionado con ella. Es que es una soledad original. Distinta. No es la soledad de siempre, os lo juro. Os lo voy a explicar.
Vivo sólo. Eso no es nada nuevo. Pero vivo sólo de verdad. Nadie me ve. Nunca. Hace dos años y medio que no recibo ninguna mirada ajena. Las ventanas siempre están cerradas. La comida me la trae un hombre al que pago para ello, un hombre al que nunca he visto y con el que sólo he hablado dos o tres veces, por internet, para especificar sueldo y comidas. No es muy caro. No tanto cómo cabría esperar. De todas formas, he de disculparme. Antes decía que pasaba la mayor parte del día en la habitación y en el baño y en el pasillo que hay entre la habitación y el baño. O todo el día. No sé lo que dije. Sea como sea, era mentira, o era verdad a medias. Tengo que pasar por la cocina, claro, para recibir y empaquetar y etiquetar y fotografiar y todos esos laboriosos procesos que mi trabajo requiere. Aunque no me llevan mucho tiempo. Y también estoy en el recibidor. No mucho, claro. La puerta tiene una ranura, como las de los perros en las películas americanas. La hice construir así. Por la ranura el hombre al que nunca he visto y que nunca me ha visto me introduce la comida. Aunque me gusta pensar que soy yo quién introduce la comida. Me gusta pensar que yo creo la comida. Pero esto son fantasías, y no las vais a entender aún. No estoy loco, en serio. Soy una persona cuerda, consciente, y relativamente normal. Digo relativamente porque me doy cuenta de que es muy raro no haber visto a nadie en tanto tiempo. Pero soy normal, en serio. Soy consciente de lo extraño de mi situación. Soy consciente de que mi vida es algo un poco absurdo. Anormal. Extraño. Un tumor. Pero un tumor benigno. No hago daño a nadie. Ni a mí mismo. Mis padres no cuentan. Lo han aceptado. Tienen otros hijos. Son felices con ellos. Estoy totalmente seguro. No soy hijo único, así que lo mío no es un abandono. Además, a veces me hablan por Facebook. Sí, tengo a mis padres en Facebook. Pero ya no son mis padres. Son desconocidos. Sólo existo yo, y nada existía antes que yo. Pero no lo digo por megalomanía. Lo juro. Yo soy lo único que existe, yo y el espacio vacío que me rodea. Y ese espacio vacío puede ser llenado. Tú eres un espacio vacío. Vosotros sois un espacio vacío. Luego están Ellos. Pero Ellos son parte de mí. Mis clientes y mis contactos, me refiero. Son parte de mí. Son como abscesos. No tienen vida consciente. No existirían sin mí. Basta darse cuenta de que, sin mí, no serían ni mis clientes ni mis contactos. No serían nada. Sólo una masa vacía de otredad, lista para ser llenada. No sé si me explico. Creo que no. Voy a sonar como un megalómano. Lo sé. O como un loco. Pero no es así. Soy normal. Estoy en plena posesión de mis facultades. Tengo virtudes y defectos. Pero estoy sólo. Eso es todo. Simplemente, estoy sólo. Y, al estar sólo, soy independiente. Y, al ser independiente, debo ser o una bestia o un dios. Y, al no ser una bestia, porque no estoy loco y porque soy consciente y porque todos mis pensamientos se derraman siguiendo una perfecta línea recta según todas las leyes de la lógica leyes que no podéis rechazar y que avalan todo lo que os estoy diciendo porque en ningún momento en ningún instante las he violado de ninguna forma y como iba diciendo todas estas leyes y toda mi consciencia me asegura que no soy una bestia sino un dios. No luchéis contra Aristóteles. "Prácticamente, es el que tío que inventó el ser inteligente" (La cita la saco de Cracked.com, no quiero tener problemas de copyright, la traducción es mía). También puedo citaros a Heinrich Von Kleist. O a Teilhard de Chardin. Yo soy un poco el punto omega. El punto en el que converge la materia consciente. El punto en que la materia consciente vuelve a entrar en el jardín del Edén. Pero Von Kleist decía la verdad. Ahora que hemos perdido la inconsciencia, sólo podemos entrar al Edén por la puerta de atrás. Así que yo he entrado y he derribado la puerta y me he instalado en mis nuevos dominios mediante un seguro y fijo y gradual aumento de mi conciencia hasta que ésta ha ocupado todo y ha llegado a ser todo lo que es y hay. Soy pura consciencia. Quizás ni siquiera sea ya corporalidad. Quizás la comida sea un símbolo. Pura mitología. Mi vida es algo extraño. Nisiquiera sé si es vida. No sé si esa palabra es ya aplicable. Soy materia en estado puro. Soy, soy pura soledad. Soy pura inercia. Dios es la máxima realización del materialismo: El objeto no afectado por ninguna fuerza externa, el objeto que es sí mismo y se mantiene siendo él mismo en todo momento. El objeto que es puro objeto en todo momento. Ya basta por hoy. Lo que digo no es así. Las palabras me fallan, y no me deben fallar, porque yo creo las palabras, yo les doy significado, yo hago que fluyan. Las palabras son mías, las palabras son mi máxima posesión, las palabras son mi más magnífica creación; ¿cómo pueden estar fallándome ahora, de repente, cuando intentan explicar la cosmogonía del mundo que yo mismo he creado? ¿Acaso la mitología debe hacerse más allá del Verbo? No lo sé, no entiendo nada. No me lo tengáis en cuenta. Todo lo que digo es mentira.

martes, 11 de junio de 2013

Genesis revisited as Crimson

ESPAÑOLES PERDIDOS POR ESPAÑA

Como se suele decir, no tuvo ninguna oportunidad. Caímos sobre él como moscas, salimos de él como lombrices. Siempre insectos, claro, pero insectos elegantes. Creo que está muerto, Miguel lo acuchilló bastante en serio, con muchas ganas. Creo que Miguel realmente se creyó eso de las lombrices y quería salir. O se creyó lo de las moscas y quería comérselo. Ya sabes, él tan bruto como siempre. Pero se lo quitamos todo, eso es verdad. Y luego fuimos a ver a Pío. No es que nos fiáramos mucho de él, pero el trabajo estaba muy bien y el pago aún mejor. Así que lo vamos a ver, y Miguel me está mirando y sonríe como si esperara algo de mí. Al final me molesta y le doy un puñetazo y se arma una gorda, así que a Pío le entra miedo y no sale. Así que Ramón y yo nos colamos por una ventana y entramos, y Pío ahí dentro muerto de miedo. Tu Fernando ha sacado cuchillo, lo de ahí fuera es un peligro, le digo. Y se recompone y se pone de pie y es mucho más alto que yo. Al final las cosas funcionaron bien porque con el cague que le entró ya ni intentó timarnos, y Ramón y yo salimos de ahí contentos. Pero ahí fuera está la pasma, y catorce uniformes, y salimos corriendo. Creo que cogieron a Miguel. Así son las cosas.
Así que nos lo dividimos y salimos corriendo. Yo cogí un coche, no sé qué pasó con él. El coche era un Seat bastante decente, se le echa un poco de menos. Acelero y luego veo que en el asiento de copiloto se ha sentado Antonio, pero ya no me importa mucho. Salgo de la ciudad porque soy una lombriz.

Pues la verdad es que apenas nos quedaba. “El oro es lo único con valor así que no se puede cambiar por nada”, me dijo Antonio. Pero encontramos a un farmacéutico y lo cambiamos. Sabíamos que estaba en ello porque Pío nos había dado un mapa cuando empezamos a trabajar. El mapa estaba bastante mal dibujado, cosa de Francisco, pero se entendía, y el farmacéutico estaba de verdad en ello. Teníamos mucha italiana así que nos cargamos de boliviana. Luego la carretera era larga. Después no lo era. Antonio estaba desnudo y vomitaba. El vómito nos debía guiar de vuelta a la farmacia si necesitábamos más. El vómito también nos permitía saber lo larga que era la carretera porque nos mosqueaba no saber si era larga o corta. Luego Antonio paró de vomitar y vomité yo.

Llegamos a la frontera sin saber si era larga o corta. Entonces nos habíamos unido a una furgo. Eran quince, y nos dieron dos pistolas. Lope conducía, y era bueno. Tenían mucha y compartimos. A Antonio le dio una y tuvimos que pincharle, pero no despertaba. Estaba pálido. Al día siguiente se despertó muy tarde y gritó y nos despertó a todos. Pedro le dio un puñetazo. Antonio mordió el puño y luego la oreja y luego el resto. Al final Lope le disparó, y Antonio volvió a gritar y se apartó de Pedro. Antonio saltó y se disolvió, y luego sus restos fueron esparciéndose y nos siguieron. Lope arrancó y aceleró y dio varias vueltas para ahuyentar a los restos pero eran más rápidos que nosotros así que tuvimos que pensar. Luego dejamos que entraran y entonces saltamos y Lope quemó la furgo. Pedro estaba dentro y se murió pero se habría muerto igual según Lope. Los restos se quemaron dentro y creo que Antonio se murió. Lope me dijo que tuviera cuidado porque a lo mejor me seguiría. Luego robamos varios coches y seguimos y aún nos quedaba un poco.
En la frontera yo me estaba evaporando. Lope me dijo que me escondiera porque se veía el humo, pero un guardia me vio. “Otro capullo más, dad la alarma”, dijo, y Lope le mató. Luego mató a otro. Luego salieron muchos. Lope me dijo que saliera y les diera pantalla de humo pero afuera me evaporaba más rápido y volví al coche. Luego Lope se murió. Yo abrí las ventanas y aceleré y los guardias no me acertaron así que me fui.

En Oporto no estaba bien. No me evaporaba pero Antonio me seguía. Así que salté del hotel para acabar de evaporarme. Luego me rehize y estaba en Lisboa. El que me rehízo era un viejo chulo brasileiro que había venido a Portugal. Me puso la marca y le obedecí así que trabajé en la calle. Ahí estaba Antonio. Me dijo que ahora era dueño de una tienda de las afueras de la ciudad. Le acompañé y me enseñó su casa. Me dijo que ahora era un hombre casado y que ya no tenía. Me llevó a la trastienda y me enseñó un túnel. Me colé y no vino, así que fui. Sabía por primaria que allí vivían los Entecernarios.
En el túnel vivían los Entecernarios. Me saludaron con abrazos y besos, y me llevaron a una cama enorme. La cama estaba hecha de hojas unidas con saliva entecerniana. Así que dormí y cuando me desperté ya tenía brazos. Así que los Entecernianos me levantaron y me sentaron y me pusieron a escribir. Luis me ayudó a distinguir las letras y parecían españolas. Vicente me dio mucho papel y comida, y Pedro, que era otro Pedro, me ayudó a mover los dedos. Federico se encarga de que siempre tenga ojos. Así que escribo y soy viejo.

Rafael Alberti, 15 de diciembre del 2013


GENESIS REVISITED; ONE

Han pasado muchos años desde que Genesis desapareció. Peter Gabriels creo que está muerto, o casi. Bueno, todos estamos muertos. Akerfeldt no está muerto, y sigue habiendo música, pero música haber hay siempre, aunque no siempre sea buena, pero la de Akerfeldt es buena.
Hacía años que no escuchaba a Bob Dylan, y me parece tan estúpido como siempre. Su música no tiene sentido. No es un poeta. O, si lo es, lo es de la forma más cutre. No es como Cohen, Cohen me gusta. Cohen está muy bien. Aunque he escuchado poco de Cohen, porque me da miedo que no me guste. Si no escucho cosas suyas puedo pensar que me va a gustar. En el fondo eso es el arte abstracto, ¿no? Si no hay concreción entonces hay muchas concreciones. Pollock me gusta mucho, aunque no tanto, Bacon es mejor. Qué tontería intentar interpretarlo. Como los que dicen que Lynch cuenta “la vida de Cristo”. Lynch también me gusta mucho, pero no se puede interpretar. ¿Es que todavía no somos cuánticos? Nos sobra mística.
Estoy escribiendo esto porque estoy releyendo a Alberti. Rafael Alberti, el poeta español, aunque sospecho que éste no es el Alberti-Alberti. A lo mejor es un Alberti abstracto, es lo que he pensado al leerlo, nunca he leído nada de Alberti que sea ésto ni se que sea como ésto. Me recuerda a Burroughs. Al mismo tiempo me recuerda a mí, me gusta pensar que se refiere a mí. Pasan muchas cosas y todas son muy realistas. Sinceramente, no sé qué es este Alberti. O quizás sí. Supongo que lo sé del mismo modo que sé un cuadro de Pollock pero que lo que sé es el cuadro de Pollock, no algo que está fuera del cuadro de Pollock. Sé que Alberti, pero no sé nada alrededor de Alberti.
Estoy cansado. No me ha salido bien este disco, y ya no toco la guitarra. Y Akerfeldt es bueno, pero Elvis no. Cuando se me aparece Elvis me siento como Buñuel ante la virgen, porque yo no creo en él. Porque ya no se puede creer en él.
Creo que los Entecernianos existen. He encontrado un texto de 1994 de Jorge Luis Borges en el que afirma, “Los Entecernianos viven en las tuberías de Lisboa y se alimentan de los poetas de Lisboa”. Aunque creo que no se refiere a Portugal. Me da la impresión de que simplemente no se atreve a nombrar la ciudad, porque entonces se concreta, y al concretarla los horrores del lugar se escaparían y lo alcanzarían y lo arrastrarían y los Entecernianos beberían su sangre (Borges no dice que beban sangre, pero Cortázar sí porque Cortázar siempre ha sido más atrevido).
Así que voy a viajar allí. No me importa que se alimenten, porque he sido tan viejo, tanto tiempo. Y un viejo sólo puede morir rápido porque ser viejo es la cosa más nebulosa que hay. Estoy en una carretera, y las nubes van muy rápido. No hay coches, pero sí hay yo. Y no sé si la carretera es larga o corta, y no tengo ganas de vomitar. Así que llego a la frontera y sigo sin saber si es larga o corta.
Voy a España para morir.

Steve Hackett




GENESIS REVISITED; TWO

¿Quién soy? Es la misma pregunta cutre que todos nos hacemos.
¿Soy un individuo? Demasiado simple. ¿Soy parte de un colectivo? Demasiado simple.
Cuando estaba en Genesis, ¿era Genesis? Es decir, ¿era Genesis o era yo en Genesis? ¿O era yo + Genesis? ¿O era acaso Genesis – yo? ¿Era parte de Genesis, Genesis era parte de mí, todo yo era Genesis, Genesis era todo yo? ¿Genesis era un individuo o un colectivo? ¿Yo era un individuo o un colectivo?
Así que dejé de ser Genesis para ver si podía ser yo. Ni Hackett ni Collins lo entendieron, pero yo tampoco.
Mis álbumes en solitario fueron algo así como un intento de ser yo de alguna forma. O de ser un colectivo. O de ser parte de un colectivo. A esas alturas estaba tan confuso que no tenía ni idea. Me pasaba los días con calor y las noches con frío. Besaba la calefacción y vomitaba por la ventana. Escuché mucho a Elvis y leí mucho a Kant. Elvis no me gustaba, Kant sí; esperaba que mezclarlos consiguiera llevarme, por oposición del sí y del no, a alguna averiguación sobre mí, al estilo de Hegel.
No funcionó, por supuesto, y al final me cansé. Simplemente eso. Me cansé. Dejé de preguntármelo. Dejé de cantar. Dejé de componer. Dejé de hablar. Dejé de comer. Dejé de beber.
Empecé a subsistir. Fue una época extraña. Todo se presentaba con facilidad, con ligereza, con la insustancialidad que le era propia. Nada era fuerte. Se podría decir que todo recibió esa suavidad con la que hasta entonces me captaba a mí mismo
La abulia fue desapareciendo un poco por su cuenta. Como toda forma de honestidad. O falsedad. O yo qué sé. Ahora estoy en un estado extraño. Pienso poco. O mucho. Según como se mire. Estoy siempre pensando, pero ahora el pensamiento es el suave. El resto es fuerte y el pensamiento es suave. Electricidad escuchando a Pink Floyd. Lágrimas paseando por Epping Forest (Donde todavía se ven tumbas de la guerra civil). Gemidos viendo a Buñuel. En el fondo supongo que no abandoné la abulia.
Estoy podrido, eso lo sé. Empezó por el estómago y ahora se ha extendido al resto del cuerpo. Es el cáncer, es la peste, es la sífilis, es la gripe, es la misma definición y esencia de Enfermedad. Yo soy la misma definición y esencia de Enfermedad. Yo soy la Enfermedad.
He aceptado la invitación de Hackett. Hackett cree que estamos muertos, pero no lo estamos. Hackett cree que estoy muerto, pero no lo estoy. Iré con él a España, pero no para morir. Yo me esparciré. Me disolveré. Seré una epidemia.
Ah. Aaaaah. España es el único lugar en que me es posible estar. No estoy muerto, y nunca moriré. La muerte ya es un ideal imposible. Un mundo inalcanzable. No puedo morir, así que mataré. No puedo morir, así que me disolveré. No puedo morir, así que me transformaré.
Veo una carretera, pero no me veo en ella.

Peter Gabriels






EL REY CARMESÍ

Por primera vez en mucho tiempo, Robert Fripp viaja a España.
No es, por supuesto, un viaje de placer (¿Quién haría un viaje de placer a un lugar como España?). Viaja a España porque se lo han pedido, y porque allí hay música, y porque tiene que bautizar esa música.
Fripp descansa en el avión que Gabriels le ha alquilado. A Fripp le fascina la forma del avión, porque es tan pequeño que parece como un huevo del que salen dos gigantescos picos. A Fripp le gustaría poder mirar el avión desde fuera durante todo el viaje, pero, por supuesto, no puede, así que se conforma con observar el techo.
El padre del rock progresivo lleva tanto tiempo mirando el techo que le parece que cambia de forma. El blanco se superpone al blanco, el blanco agujerea el blanco, el blanco abomba el blanco, el blanco se cierra sobre el blanco. Por qué no estará pintado. A Fripp le gusta el rojo, es el color de su música, lo ha sido siempre, en el momento en que su música intentaba ser roja fracasaba, pero no el blanco. Blanco es Genesis, no King Crimson, piensa. Este es un avión de Genesis. Fripp empieza a sentirse como un extraño. Le gustaría sangrar hasta conseguir pintar todo el avión de rojo. Pero tampoco puede, así que simplemente intenta mirar su lengua.
FRIPP: Es extraño. Llevo décadas diciendo a la gente que se muera, y ahora me van a matar a mí. Bueno, supongo que en realidad no es tan extraño, simplemente se está intentando vengar. ¿Pero Hackett? No me lo esperaba. Creía que yo y Genesis nos llevábamos bien. Fui al bautizo, besé a los fans, hice todo lo que era necesario. ¿Qué esperan encontrar en España? Aaaaah. Qué fastidio. ¿Por qué yo? ¿Por qué han de arrastrar a sus obsesiones al hombre que ha superado todas las obsesiones? ¿Por qué llamar al hombre que no está ni vacío, ni lleno? ¿Qué quieren de mí? ¿Quieren siquiera algo de mí? Ah, necesito un poco de Discipline...





GENESIS REVISITED AS CRIMSON

El concierto fue bastante extraño.
Dado que la música de Genesis y la de Crimson nunca había tenido mucho que ver, la decisión previa fue que se limitarían a improvisar.
Gabriels se encargó del teclado y de la voz. Aunque se notaba su edad, su voz seguía teniendo esa especie de cualidad sentimental, atrayente, un tanto desgarradora de siempre.
Hackett y Fripp tocaron la guitarra. El místico virtuosismo arcoiris de Hackett y la desesperada distorsión púrpura de Fripp desentonaban vivamente, y parecía que una guitarra quería destruir a la otra pero que no acababa de conseguirlo. Pero este contraste, en lugar de destrozar la música, la hizo, de alguna extraña manera, más dinámica, más contrastada, más viva; el periodista Manuel Vilas lo nombró “una de las mejores experiencias de su vida” (A pesar de que no había ni bajo ni percusión, lo cual hace pensar, lo cual ha dado lugar a hipótesis de que podrían haber sido afectados por algún gas, posible explicación también de su posterior comportamiento).
Actualmente, el concierto es especialmente infame por el final.
En una estúpida ironía bíblica, el rey destruyó a su creación.
Hackett fue el primero en caer. De pronto, durante el que fue definido como “el más impresionante solo de su vida”, arrojó su guitarra al público (del que, por otro lado, no tenemos noticias más que entre ellos estaban Manuel Vilas y un tal Alberti) y se puso de rodillas. Gritaba, pero la voz de Gabriels subió de volumen, y nadie pudo entender lo que decía.
Fripp se acercó a él, se sacó un cuchillo del bolsillo, y lo degolló. Su muerte fue instantánea.
En este punto, Vilas comenta que “aunque pareca irreal, Fripp seguía tocando mientras hacía todo eso. Tío, era impresionante, como una especie de sacrificio humano, como si Fripp fuera el puto chamán y nosotros fuéramos un grupo de fieles y estuviéramos girando y gritando y cantando alrededor de una hoguera. Nunca había sentido nada así, y por todos los dioses que amo el chamanismo.” Por lo visto, la mezcla del sacrificio y la calidad musical llevó al escaso público a un estado casi catatónico, a algo muy cercano al coma, y apenas se dieron cuenta de la realidad de lo que estaban presenciando.
Luego le tocó el turno a Gabriels. Al contrario que Hackett, Gabriels continuó cantando y tocando mientras sucedía. Y lo que sucedió fue considerablemente más extraño.
Cuando Fripp, que si nos hemos de fiar del testimonio de Vilas no paró en ningún momento de tocar, degolló a gabriels, éste se disolvió. No es que se cayera, ni que se desangrara, ni que se derrumbara; simplemente se disolvió, o, en palabras de Manuel Vilas, se evaporó. Una descripción posterior del periodista: “Fue como si de alguna forma todo el escenario fuera el ojo y Gabriels fuera el párpado y el ojo estuviera cerrado. Por un momento, Gabriels no fue nada, o, más adecuadamente, fue nada; luego, el ojo se abrió, y más allá del párpado no había nada, y había un olor extraño y fue cuando vi la puta niebla. Pero francamente no me daba cuenta, estaba demasiado ocupado teniendo algo muy parecido a un orgasmo musical. Francamente, apenas notaba que sólo quedaba Fripp; nunca había oído a nadie tocar una guitarra así. De hecho, apenas me puedo creer, recordándolo, que ahí sólo estuviera sonando una guitarra y no todos los instrumentos del mundo en una perfecta distorsión contorsionada. Francamente, no me arrepiento de haber ido, y me importa una mierda morirme o haber contemplado el apocalipsis o qué sé yo qué porque el universo entero se justificó y me sonrió con ese solo, y fui más feliz de lo que había sido nunca.” Unas horas después, Vilas murió en el hospital de San Juan de la Cruz, en el que fue ingresado una semana después del concierto con esa serie de síntomas que ahora nos son a todos conocidos. Murió tres días después de ser ingresado, convirtiéndose por tanto en el primero de una epidemia que ya se ha cobrado la vida de 200 millones de hispanohablantes (Nadie sabe todavía por qué sólo afecta a los hispanohablantes, y menos por qué afecta sólo a los que tienen un nivel mínimo de C1 en el idioma. Vilas, en sus novelas, delira sobre la posibilidad de un virus insertado en la lengua inglesa; ¿será posible que haya algo por el estilo en la lengua española? Por supuesto, esta hipótesis está prácticamente desechada, pero, ¿cómo explicar si no la epidemia? No faltan los místicos, los lectores de Cioran, que gritan que todo se debe a “la desesperación de un pueblo que descubre que no puede volver a la historia”, a “el lógico resultado del profundo ridículo que es y ha sido siempre España”, a “el precio de intentar mantener la ilusión de una identidad colectiva completamente ajena al avance de la historia”. El autor de este artículo prefiere no pronunciarse).

Javier Calvo


VIDA Y TRABAJOS DE RAFAEL ALBERTI: CAPÍTULO 15

No puedo estar seguro, pero creo que los tres lo sabían.
Es decir, ¿por qué iban a venir si no a España? ¿Por qué molestarse con algo que no acaba de conseguir existir?
Aunque no creo que todos me leyeran, sí sospecho que los tres entendían. Al menos hasta cierto punto.
Bueno, vale, volviendo a pensarlo, supongo que más intuir que entender, que no es lo mismo. O entender pero no comprender, o entender el algo pero no entender algo. Lo siento, lectores, pero no sé explicarme, y creo que os estoy dando la impresión (Quizás acertada) de que España era algo así como un cuadro de arte abstracto.
Si algo aprendí con los Entecernarios, fue que la concreción es una pesadilla. No sólo es que hoy en día considero indefendible un trato de la realidad como algo fijo, concreto, móvil o estático, dinámico o adinámico, ridículo o no ridículo, definido o indefinido. Es que, a lo mejor es sólo una impresión mía, pero creo que si fuera cualquier de estas cosas sería una pesadilla.
Quiero decir. ¿No sería horrible que la realidad fuera estática? ¿Y no sería peor que fuera móvil? De hecho, ¿no sería horrible que fuera o no fuera? Las definiciones son algo monstruoso, ¿no? No sé. ¿Habéis leído mi historia? Es real, por supuesto. Y no estaba paseando por algo concreto, sino por España. ¿Comprendéis? Estaba viviendo España. Estaba moviéndome por España. Y luego creí que había salido de España, pero donde ponía Oporto quería decir Galicia y donde ponía Lisboa quería decir Madrid. No se puede “salir de” España, porque España no es un ente. No es algo concreto, limitado, un “aquí-sí y ahí-no”. La única forma de definir un cuadro de Pollock es decir que es un cuadro de Pollock, ¿no? Bien: Del mismo modo, la única forma de definir España es decir que es España.
Hace tiempo que abandoné la estúpida ilusión de que España no existía, y hace aún más tiempo que abandoné la estúpida ilusión de que España existía.¿Lo comprendéis? Realmente, creo que de esos tres sólo Fripp lo entendía; Gabriels estaba convencido de no, Hackett estaba convencido del sí, pero sólo Fripp estaba convencido de que ni no ni sí. Sólo Fripp sabía no saber. Coño, ya conocéis el resultado; francamente, de esos tres, sólo Fripp estaba vivo.
Se suele decir que Gabriels es la enfermedad y que su conversión en enfermedad es lo que provocó la epidemia, pero no es cierto. Hackett y Gabriels tuvieron la misma culpa. No encontrarás a nadie diciendo que la enfermedad es pura construcción, pero la enfermedad tampoco es pura destrucción; la enfermedad toma un poco de ambas sin acabar de ser de ninguna manera ninguna de las dos. Fripp, en su papel de Dios, de rey, de gran diablo y creador de todo lo que es la música, era la auténtica enfermedad; Fripp reunía a ambos, Fripp era tanto Hackett como Gabriels y sólo tenía que liberarlos y dejar que la historia siguiera su curso.
Porque lo que faltaba era la enfermedad. Nos estábamos destruyendo sin enfermar. Nos estábamos cayendo sin decadencia. Nuestro mundo ya era sucio, cerrado, apocalíptico; sólo faltaba que se le diera el último empujón para que lo español pasara finalmente del estadio intermedio al estadio de decadencia.
Apenas queda tiempo. Pronto, muy pronto, saldremos definitivamente de la historia. Y entonces los Entecernarios saldremos y reiremos y correremos y gritaremos y viviremos y seremos felices dede entonces hasta el final de los tiempos porque al fin nos hemos ido, al fin hemos desaparecido, al fin nos hemos apartado, y la historia no significará nada, y la historia dejará de significarlo todo, y la historia se apartará y estará a un lado y nosotros nos apartaremos y estaremos al lado opuesto, y seremos como dos líneas paralelas que nunca se tocan en ningún punto.
Sí. Sí, sí, sí. Llevo esperando esto tanto tiempo. Tanto tiempo. He sido tan viejo, tanto tiempo. He sido tan joven, tanto tiempo. He sido tan España, tanto tiempo. He sido tan poco España, tanto tiempo. Sí. Sí, hijos de puta, sí. Rápido, ven, rápido, ven, ven, rápido, joder, más rápido, más rápido, sí, sí, sí, rápido, rápido, rápido, rápido-