domingo, 27 de octubre de 2013

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Ya me está empezando a cansar tanto tirón de manos tantas uñas afiladas tanto papel raspado esparcido por el suelo. Llueve y lo primero que ocurre es que viene el serrín, y, como está el serrín, debe seguir lloviendo, porque si no la presencia del serrín no tendría sentido; las cosas siguen su propia norma y empujan. Las cosas siguen su propia norma. Son malévolas. Como todo. No hay ninguna conspiración de las cosas porque las cosas están demasiado ocupadas odiándose. Peleando para conseguir más espacio. Aplastándose. Intentando atraer y repeler. Las cosas están y las cosas empujan. Después de todo, si tengo estos libros, quizás deba leerlos. Si tengo buenas notas, quizás deba ir a la universidad. Si me gusta una cosa, quizás debe hacerla. Deseo, deseo, deseo. ¿Está vivo el deseo? El deseo me parece algo cadavérico. Fuerzas de atracción y repulsión, dicen; contrarios que se necesitan (William Blake, profeta). ¿Dónde? Lo blanduriento. Se escapan. Barandillas mojadas por las que las manos se deslizan con demasiada facilidad, con demasiada facilidad. Las cosas también están cansadas. Se han odiado tanto. Es normal. El mundo es una cena de fantasmas, que diría Strindberg. ¿A quién no le gusta un poco de polémica? Discutir siempre está bien. Desde fuera y desde dentro. Aunque ya nada empuje la discusión. Y el personaje, no recuerdo cuál, se pregunta si la opinión con la que le acaban de responder no es la misma que él podría haber dado a un viejo amigo. Las cosas están más indefensas de lo que creen. No nos atraen, no señor. Nisiquiera su segunda cara. ¿Quién tiene tiempo para obsesiones? Al final las hemos hecho nuestras sirvientas. Los saltos son veloces y el ascensor no se para. El granizo azota los cristales. El fuego arde en la chimenea. Todo va bien, y los contrarios ya nunca se encuentran. Más allá de los contrarios. Pura existencia lanzada, eyaculada como por un bote de serpentina. Pura existencia arrojada, deslizándose con tanta velocidad, tanta velocidad. Pura existencia, el granizo fuera, el fuego dentro. Pura existencia, madera de los árboles crujiendo, uñas que se rompen contra las paredes de yeso. Pura existencia, puertas que no están ni cerradas ni abiertas, puertas que no son puertas. Pura existencia, exploración de lo explorado, redescubrimiento de lo descubierto, reexplicación de lo explicado, cómodamente, ante las vías del tren, el fuego dentro, el granizo fuera.