domingo, 24 de noviembre de 2013

Confesiones de la figura de Escipión el Africano, transcritas y adornadas por el escribano James Chinawski.

Aquí estoy. ¿Me necesito? No. No estoy tampoco muy listo. Si ahora me necesitara, creo que no llegaría a gran cosa. ¡Imagínate! Un paje real. Sería un desastre. Espada de madera, ropas de cuento. Sin fuerza física. Boca cerrada. Ojos bajados. ¡Qué desastre, por dios! No podría vivir en una corte, lo único que haría sería afearla.
Pero no soy paje. No señor. Estoy aquí, y allí. ¿No son curiosas las formas de señalar el espacio? Bueno, se puede hablar mucho de ello. Hoy he aprendido que el lenguaje esquimal tiene alrededor de 80 formas paralelas a nuestros aquí - allá. Qué cosas. Es más necesario. Como esos aborígenes, que, en vez de izquierda y derecha, simplemente nombran los puntos cardinales. Orientación absolutamente perfecta, dicen que tienen. Oh, me gustaría tener orientación absolutamente perfecta. Así no tendría que saber en qué cara de los árboles crece el musgo. Además, el espacio tendría una regularidad muy curiosa. Tanto decir que el lenguaje parte del sujeto para que de pronto surja una lengua que desespacializa totalmente al sujeto. ¡Irrelevante! Otro objeto más. 45º. Ese pueblo debería haber creado las matemáticas. ¿No deberíamos crear un nuevo lenguaje? Quiero decir, uno más válido. Todos los lenguajes tienen un nosequé de fracaso. Además, saben mal. A polvo gris y ceniza. A usado. Palabras sudorosas revolcadas en colchas nunca substituidas. Ugh. Pero bueno. Si los virus que Burroughs introdujo no consiguieron destruírlo, no sé si habrá forma de conseguirlo. ¿Jaula lingüística? No me lo creo mucho, no soy tan relativista. Pero oh cómo odio el lenguaje. Y las clases de lingüística. ¡Soy más irascible que un cisne, sin nada de su majestuosidad! ¡Exijo un silencio abisal en mi presencia excepto para decir las cosas más cabales y complejas y pensadas! O las más excesivas. ¡Me parecería bonito! Ayayay...¡Tengo una nueva fantasía! Me siento culpable de ella, pero al mismo tiempo satisfecho. Un suave calor en el fondo de mi garganta (Mezclado con ganas de vomitar (Creo que lo estoy confundiendo todo con mis problemas de cervicales)). Zarzarrosas, la bella durmiente, ¡orgía en las zarzarrosas! Neologismo, todo sea admitido, pero considero innecesario explicarlo. Además, me gusta. Usar palabras que no existen. Una especie de venganza. Lingüística de película de Tarantino. Claro que la imagen es ambigüa. Borrosa. Algo deducido. ¡No hay carne a pesar de los cadáveres! Es una imagen más intelectual que sensual. Los cadáveres son ideas, quizás. O palabras. Todas las jodidas palabras. Cómo las odio. En serio. ¡De verdad de la buena! El patetismo de las humanidades. ¡Serpiente ya no mordiéndose, sino devorándose la cola! Laberinto del Minotauro drenado hace millones de años. ¡Me mareo! ¡Me mareo! ¡Vueltas y vueltas sobre lo mismo! ¡Eterno retorno, que le dicen! Qué tontería de idea, y eso me ha salido del corazón. ¡Tontería, tontería, tontería!
Ooooooooooooooh. Angustia del iconoclasta que no se hace entender. ¡Pero el emperador! Esa es la imagen vital, sí señor. Calígula. Heliogábalo. Nerón no, no me gusta que se añada el fuego. La imagen del emperador es demasiado digna para el fuego. Polvillo blanco de la pintura desconchada del mármol. ¡Sardanápalo es tan poco atrayente! Salomé me aburre. La orgía debe ser griega o romana. Me cajoen la civilización occidental. Oh dios mío, está otra vez. No es divertido. No puedo jugar. Todo son astillas. Todo. Están aquí y allá y acullá. ¿Se aguanta? Palabras. No pienso responder. La pregunta no ha sido hecha. No, no, no. Me pierdo. Otra vez. Mou ikkai. ¡No hay brecha! Oh la imagen estúpida de la fortaleza del amor. Pero es peor. Es una fortaleza rara. Hay algas. Huele raro. Hay algo de la asquerosa apariencia del pene de una tortuga (Algo que desearía no haber visto y que Cracked me ha enseñado. Gracias, Cracked.)
PAUSA
CENA
PAUSA
ESTOY
¿Qué he de hacer para ser asesinado? Porque he intentado de todo. Pero mi estilo es diferente al de Calígula. Quien me diera a mí ser un Calígula y morirme de una vez. Pero las cosas no funcionan así. Me gusta mucho la figura del Imbunche, Donoso version. Es un poco así. Es una idea un poco fracasada, en realidad. El tacto del lino. El frío del mármol. Una estúpida llama ondulando en una chimenea olvidada. Sucia. Desgastada. De esas que sólo sirven para ocultar cadáveres. De esas que obligan a sus dueños a usarlas para ocultar cadáveres. Nuevos o viejos, da igual. Eso es un poco el Imbunche. O el frío del mármol.
¿Sabéis que os odio? Con una fuerza monumental. Durante mi larga existencia he odiado a absolutamente todas las caras que han pasado ante mí. Todas. A veces, con un odio concreto, dirigido, centrado. Otras con un odio abstracto, elíptico, impregnado, solar. Pero nunca os he tenido malas intenciones. Es que me molesta que existáis. O algo así. Los problemas vuelven. Náuseas. Dolor de cabeza. Agujas. ¿Cómo ha podido todo ésto ir inventándose por sí mismo? Es un mecanismo de tortura cojonudo. El básico. ¿Diré que es existir? No, no seré tan típico. Es un mecanismo más raro. No tiene nombre. Alcanza. No alcanza. Quizás esté relacionado con la antes obsesiva Fortuna. Pero no lo creo. No del todo. Mecanismo, mecanismo. A veces estoy en los gimnasios. Los gimnasios son la vanguardia cultural. No por ninguna tontería de la cultura del cuerpo, no, sino porque son el punto álgido de la cultura de la máquina. Lo que se busca en un gimnasio no es un progreso del cuerpo, sino una adaptación. El cuerpo debe adaptarse a la máquina. Debe existir una profunda armonía entre ambos. Que ambos progresen de la misma forma. Que al suspiro de cansancio del cuerpo responda la reducción de intensidad de la máquina. ¿Cómo explicarlo? Es hermoso. Las máquinas no son monstruosas. Me gustaría que alguien creara una máquina dedicada a intentar suicidarse, y fallar. Una y otra y otra vez. Sí. Es el tiempo. Ideas extrañas. En el gimnasio, el sudor sirve a un propósito mayor. No estoy seguro de si hay alguna otra circunstancia en la que el cuerpo puro no resulte asqueroso. Grasoso. Agarrar. Pensar en el acto sexual siempre me recuerda al canibalismo. No seré el próximo en repetir que algo de eso, y del resabidillo vampirismo, hay. O eso creo. ¿Qué es el acto sexual? Me es un misterio. Cuerpos acoplándose como el mecanismo de una locomotora. Movimiento bastante anti-aristotélico. ¿Cómo es uno capaz de mantenerse en el acto sexual? Supongo que hay que tener o mucha o muy poca imaginación. Convertirlo en máquina. O en orgía. Estar ante Sardanápalo. Ser vigilado por Calígula. Son los ojos invisibles de párpados transparentes y acuosos los que instauran la posibilidad de la hombría, y la hombría es la que instala la posibilidad de la destrucción de la hombría. Qué ridícula es la virilidad. Probablemente el único acto sexual que no tenga ni pizca de referencia al patrimonio de Rasputín sea el realizado entre mujeres. Pero no. Agujeros vacíos, grasientos, llenos de polvo. Polvo de pintura desconchada, polvo adherido a estatuas de mármol. Grieta abierta en la tierra por un iracundo San Patricio. Extraño paralelismo con la respiración...La respiración de la locomotora...Uranio enriquecido esparcido por todo el cuerpo para ocultad la absurda y abismal nosequé de éste. Probablemente sean las partes sueltas las que permiten el acto sexual. Observar el cuerpo en su totalidad destruiría toda posibilidad de ficción. [...]
[En éste punto Escipión calla, pensativo. Parece cansado. No quiere decir más. No quiere que se interprete lo que dice. No quiere que se interprete el que deje de decir. No quiere nada. Sólo pide que alguien le asesine. Veneno derramado en un vaso semitransparente. Un cuchillo abriendo la flor de la garganta. ¡Paradigma de la belleza! ¡Impresionismo vital! Pero callemos, porque hay que callar. Transmito la petición que hace Escipión con los ojos llenos de lágrimas: "¿Es que nadie va a asesinarme? Juro mi culpabilidad de todos los horrores realizados y en realización y por realizar." Su discurso es más largo y estético. A estas alturas no le soporto. Que el muy gilipollas se quede atrapado en su jodido mecanismo. De todas formas, nada de lo que ha dicho tiene nada. Y fin. ¿Por qué coño seguís leyendo?]