(Ya Diderot tiene un cuento llamado "Esto no es un cuento". Patada al siglo XX.
Leyendo a Valéry quise escribir algo, lo que fuera, de la forma que fuera, aunque no estoy ni dispuesto a quedarme satisfecho.)
Me marcho.
Más o menos dije eso.
Con esas palabras.
No se lo compliqué mucho, la verdad.
No tenía que procesar mucha información.
"Me marcho".
Lo entiendes, ¿no?
Bien.
Ya te tengo más aprecio que a It.
Se lo dije. Claro. En voz normal. Tranquila. Me iba muchas veces. Pero nunca decía que me marchaba. Porque eso sonaba definitivo. Decía, "me voy. hasta luego." Como mucho, quitaba el hasta luego. Pero no decía "me marcho". No me marchaba. Me iba. ¿Verdad?
Verdad.
Debió de captar la diferencia, o quizás no debió. A lo mejor lo hizo, pero todo tenía que pasar por demasiados palacios y no llegó a ningún sitio.
Fue un poco molesto.
Por un momento pensé que habría que reiniciar.
Me habría molestado.
Me costaría fingir que no conocía a It.
"hola" "hola" "cómo te llamas" "It y tú" "yo belarmino encantado" "mucho gusto" "seamos amigos" "sí".
Definitivamente no.
Se lo dije.
Y me intenté ir.
Pero no podía.
La puerta no se abría. Estaba cerrada. No se abriría hasta que reaccionara. Era normal. Lo esperaba. Pero también esperaba que reaccionara. Lo esperaba. No esperaba eso de It. No reaccionaba.
Por un momento fue como si el aire entre nosotros se agotara.
Había suficiente oxígeno para respirar. Pero no el suficiente como para existir. Al menos no en una forma no-provisional.
Si era una forma no-provisional, las cosas volverían.
No acababa de poder ser.
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