miércoles, 19 de junio de 2013

Francisco/Alfredo. Esbozo. Parte uno.

Hola.
No se me ocurre otra forma de empezar esta, por así llamarla, "obra". No creo que tenga muchos visitantes, pero supongo que he de ser educado con los que llegan.
Supongo.
Cómo están.
O estáis. A mí podéis tutearme. Sin complejos. El usted me parece incluso un poco degradante. Quizás porque se ha reflexionado más sobre el tú que el usted. A uno le dicen "Tú" y oh qué cosas tan complejas y abstractas y enormes se le vienen a la cabeza. A uno le dicen "usted" y sólo piensa en un japonés inclinando la cabeza. O a lo mejor eso soy sólo yo. Espero que no sea algo racista. También pienso en conquistadores españoles de coraza brillante, pero a esos los relaciono más con "vuestra merced".
Bueno.
Si estáis bien, me alegro por vosotros. Si estáis mal, no os preocupeis. Mucha gente está mal. Seguro que podéis superarlo. Ánimo.
Yo estoy bien.
Hola.

Me llamo Francisco. Tengo veintitres años y vivo sólo.
Soy entomólogo. Bueno, no exactamente. No estudio insectos, en sí. Pero sé mucho de insectos. Y conozco a mucha gente que sabe mucho de insectos. Y como sé bastante de informática, me he convertido en un vendedor de insectos a escala internacional. Porque me pasan insectos. La gente que sabe de ellos. Son de muchos países. Y en España a mucha gente le interesan los insectos. Coleccionistas. Fetichistas. Sabios de larga y rala blanca.
Pues yo recibo los insectos. A veces muertos. A veces no. Depende. Los pongo, enjaulados, en la cocina. Nadie se queja porque vivo sólo. Bueno, podría quejarme yo. Pero no lo hago. De todas formas, no uso la cocina. En realidad sólo uso mi habitación, el baño y el pasillo que une ambos cubículos. Qué pedante suena cubículos. Pero no se me ocurre qué palabra usar. Bueno, no soy filólogo. Si algún filólogo me lee, le agradecería que me dijera cuál es la palabra adecuada. Por favor. Estoy abierto a todo.
Ahora debería decir por qué escribo ésto.
Bueno, la respuesta es la de Laura Marling: "Hablo porque puedo". Aunque no es exactamente así. No es sólo porque pueda. También quiero. Pero se podría decir que hablo por hablar.
No tengo ningún objetivo particular. No me interesa que me lean. De hecho, creo que no quiero que me lean. Me avergonzaría bastante. Tened piedad, los que me estéis leyendo. Si alguien me está leyendo. He dejado los comentarios abiertos. Públicos. Así que podéis decirme lo que queráis. Pero con piedad, por favor. Uno tiene sus inseguridades. Ya sabéis. Años de bullying y psicología constructivista. Soy un fracaso psicológico. Aunque, por otra parte, supongo que la sociedad es un fracaso sociológico. Soy un fracasado típico, supongo.
Aunque tengo éxito económico. Es sorprendente lo que se puede sacar con la venta de insectos. Desde luego, lo suficiente para permitirme vivir y mantenerme sólo. Creo que lo de que vivo sólo lo he dicho ya. Es muy importante. Increíblemente importante, de hecho. Me gustaría describiros las condiciones de mi soledad, pero creo que literariamente quedaría mal. Así que ya lo haré luego.

Tengo Facebook. En Facebook uso mi nombre real. Aquí no uso mi nombre real, así que no podéis buscarme en Facebook. Es para que mis contactos y mis clientes no sepan que escribo ésto. Simplemente no quiero que sepan ciertas cosas. Escribo ésto para pasar el rato (Al menos esa es la excusa que me doy ahora mismo), y desearía evitar que tan sano objetivo tuviera alguna consecuencia profesional negativa. Personal no. "Personal" es una palabra que me suena rara. "Personal" es para mí sólo yo. No sé si me explico. No hay ningún tú en mi vida. Excepto el que me imagino. Pero el tú que me imagino es creación mía, así que es parte de mi yo. Así que no es un tú, exactamente. Es sólo una limitación de mi yo. No sé si me explico. Vosotros estais inventados por mí. Aunque también sois un espacio vacío. Mi tú es un espacio vacío. Al menos no soy como ciertos yos que crean un tú a su imagen y semejanza. Para poder hacer eso, tendría que ser un Dios. Y en cierto modo lo soy. Pero no quiero insistir sobre eso.
En Facebook tengo a tres clases de personas: Clientes, contactos (los que me mandan los insectos) y desconocidos (Normalmente gente que antes tenía otro estatus pero que ha lentamente ido pasando a esta categoría a medida que vaciaba todos los tús y no me atrevía a borrarles por si se dieran cuenta de que ya no son tús, a veces me envían uno o dos mensajes y yo tengo que responderles como si existieran, bueno, exagero, ellos existen, está claro, pero no de una determinada manera; es decir, existen, pero no existen como tús, ni como ellos (tengo todo ésto muy pensado aunque de buenas a primeras suene muy lioso, lo juro), sino simplemente como otros en el sentido más puro de la palabra, seres que no tienen nada que ver conmigo ni con nada porque nada que no tenga nada que ver conmigo se me merece la categoría de algo cuando hablo desde mi puro yo, bueno, sueno megalómano, pero ya me explicaré, y ahora voy a cerrar el paréntesis). Los clientes y contactos son "ellos". No tús. No ocupan ningún espacio, pero tampoco están en un mundo de nada. Los acepto porque no me queda más remedio, pero no me estorban. El saber no ocupa lugar, y los contactos comerciales tampoco (Dios mío, qué símil tan absurdo acabo de soltar).
Vivo sólo. Creo que ya lo he dicho varias veces. Nunca me encuentro con mis contactos ni con mis clientes en persona. Tengo Facebook porque es un medio práctico de efectuar transacciones. Más que largos emails que comienzan con un "estimado señor X" y acaban con un "saludos nombre real". Simplemente les digo, "¿Qué?" y "¿Cuánto?", y lo entienden muy rápido. Funcionamos bien. Por supuesto, uso email con muchos. Y también uso eBay. Pero no me gusta. Prefiero Facebook. Además, Facebook es muy bonito. Y te informa de muchas cosas. Yo me puedo pasar horas en Facebook mirando cosas de músicos y escritores que me gustan. Uno se entera de mucho. O los perfiles de mis clientes. Me gusta pensar que convierto lo que toco en mío y lo traslado a mi "mitología personal". Bueno, vale, es otro término raro. Este os lo explico ya, venga, que es facilillo: Es el conjunto de cosas que son algo para mí y que por tanto tienen algo asociado. Algún valor. Comercial o sentimental. O intelectual. O todo junto, no sé. Son cosas que han dejado de ser "una cosa" y ha pasado a ser "esta cosa". Un símbolo de tal y cual. Que me despierta tal y cual. Categorías que uso en mis pensamientos. Historias que me sirven de ejemplo. Conceptos que ayudan en mis reflexiones (Reflexiono mucho, y estoy convencido de que algún día esto me reportará algo, no necesariamente algo de fuera, pero sí algo de dentro, es decir, que algún día podré sacar algo de dentro que sea realmente grande, o quitarme algo de dentro, o crearme algo dentro, no sé, no me explico bien. Me siento mal cuando abro un paréntesis, porque nunca sé cuándo cerrarlo, y me entra una especie de vértigo ante la idea de que el paréntesis se extienda hasta el infinito. Simplemente avanzando y avanzando. Puro movimiento inercial, no afectado por ninguna fuerza exterior; física clásica en toda su geométrica gloria. Pero lo evito cerrándolos de forma arbitraria. Por ejemplo, aquí. O aquí. O aquí.)

La entrada anterior la cerré con el paréntesis. No pude evitarlo. Ya no sabía qué estaba diciendo. En realidad, creo que en ningún momento sé lo que estoy diciendo. Simplemente hablo. Tampoco me importa. No hablo sobre nada, y así me puedo permitir tocarlo todo. No me encierro en uno o dos temas. No soy un hombre obsesivo. O quizás sí lo sea. Seguramente he hablado ya mucho de mi soledad. Vivo sólo. Pero no es una soledad dolorosa. Ni estoy obsesionado con ella. Es que es una soledad original. Distinta. No es la soledad de siempre, os lo juro. Os lo voy a explicar.
Vivo sólo. Eso no es nada nuevo. Pero vivo sólo de verdad. Nadie me ve. Nunca. Hace dos años y medio que no recibo ninguna mirada ajena. Las ventanas siempre están cerradas. La comida me la trae un hombre al que pago para ello, un hombre al que nunca he visto y con el que sólo he hablado dos o tres veces, por internet, para especificar sueldo y comidas. No es muy caro. No tanto cómo cabría esperar. De todas formas, he de disculparme. Antes decía que pasaba la mayor parte del día en la habitación y en el baño y en el pasillo que hay entre la habitación y el baño. O todo el día. No sé lo que dije. Sea como sea, era mentira, o era verdad a medias. Tengo que pasar por la cocina, claro, para recibir y empaquetar y etiquetar y fotografiar y todos esos laboriosos procesos que mi trabajo requiere. Aunque no me llevan mucho tiempo. Y también estoy en el recibidor. No mucho, claro. La puerta tiene una ranura, como las de los perros en las películas americanas. La hice construir así. Por la ranura el hombre al que nunca he visto y que nunca me ha visto me introduce la comida. Aunque me gusta pensar que soy yo quién introduce la comida. Me gusta pensar que yo creo la comida. Pero esto son fantasías, y no las vais a entender aún. No estoy loco, en serio. Soy una persona cuerda, consciente, y relativamente normal. Digo relativamente porque me doy cuenta de que es muy raro no haber visto a nadie en tanto tiempo. Pero soy normal, en serio. Soy consciente de lo extraño de mi situación. Soy consciente de que mi vida es algo un poco absurdo. Anormal. Extraño. Un tumor. Pero un tumor benigno. No hago daño a nadie. Ni a mí mismo. Mis padres no cuentan. Lo han aceptado. Tienen otros hijos. Son felices con ellos. Estoy totalmente seguro. No soy hijo único, así que lo mío no es un abandono. Además, a veces me hablan por Facebook. Sí, tengo a mis padres en Facebook. Pero ya no son mis padres. Son desconocidos. Sólo existo yo, y nada existía antes que yo. Pero no lo digo por megalomanía. Lo juro. Yo soy lo único que existe, yo y el espacio vacío que me rodea. Y ese espacio vacío puede ser llenado. Tú eres un espacio vacío. Vosotros sois un espacio vacío. Luego están Ellos. Pero Ellos son parte de mí. Mis clientes y mis contactos, me refiero. Son parte de mí. Son como abscesos. No tienen vida consciente. No existirían sin mí. Basta darse cuenta de que, sin mí, no serían ni mis clientes ni mis contactos. No serían nada. Sólo una masa vacía de otredad, lista para ser llenada. No sé si me explico. Creo que no. Voy a sonar como un megalómano. Lo sé. O como un loco. Pero no es así. Soy normal. Estoy en plena posesión de mis facultades. Tengo virtudes y defectos. Pero estoy sólo. Eso es todo. Simplemente, estoy sólo. Y, al estar sólo, soy independiente. Y, al ser independiente, debo ser o una bestia o un dios. Y, al no ser una bestia, porque no estoy loco y porque soy consciente y porque todos mis pensamientos se derraman siguiendo una perfecta línea recta según todas las leyes de la lógica leyes que no podéis rechazar y que avalan todo lo que os estoy diciendo porque en ningún momento en ningún instante las he violado de ninguna forma y como iba diciendo todas estas leyes y toda mi consciencia me asegura que no soy una bestia sino un dios. No luchéis contra Aristóteles. "Prácticamente, es el que tío que inventó el ser inteligente" (La cita la saco de Cracked.com, no quiero tener problemas de copyright, la traducción es mía). También puedo citaros a Heinrich Von Kleist. O a Teilhard de Chardin. Yo soy un poco el punto omega. El punto en el que converge la materia consciente. El punto en que la materia consciente vuelve a entrar en el jardín del Edén. Pero Von Kleist decía la verdad. Ahora que hemos perdido la inconsciencia, sólo podemos entrar al Edén por la puerta de atrás. Así que yo he entrado y he derribado la puerta y me he instalado en mis nuevos dominios mediante un seguro y fijo y gradual aumento de mi conciencia hasta que ésta ha ocupado todo y ha llegado a ser todo lo que es y hay. Soy pura consciencia. Quizás ni siquiera sea ya corporalidad. Quizás la comida sea un símbolo. Pura mitología. Mi vida es algo extraño. Nisiquiera sé si es vida. No sé si esa palabra es ya aplicable. Soy materia en estado puro. Soy, soy pura soledad. Soy pura inercia. Dios es la máxima realización del materialismo: El objeto no afectado por ninguna fuerza externa, el objeto que es sí mismo y se mantiene siendo él mismo en todo momento. El objeto que es puro objeto en todo momento. Ya basta por hoy. Lo que digo no es así. Las palabras me fallan, y no me deben fallar, porque yo creo las palabras, yo les doy significado, yo hago que fluyan. Las palabras son mías, las palabras son mi máxima posesión, las palabras son mi más magnífica creación; ¿cómo pueden estar fallándome ahora, de repente, cuando intentan explicar la cosmogonía del mundo que yo mismo he creado? ¿Acaso la mitología debe hacerse más allá del Verbo? No lo sé, no entiendo nada. No me lo tengáis en cuenta. Todo lo que digo es mentira.

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