ESPAÑOLES PERDIDOS POR ESPAÑA
Como se suele decir, no tuvo
ninguna oportunidad. Caímos sobre él como moscas, salimos de él como
lombrices. Siempre insectos, claro, pero insectos elegantes. Creo que
está muerto, Miguel lo acuchilló bastante en serio, con muchas ganas.
Creo que Miguel realmente se creyó eso de las lombrices y quería salir. O
se creyó lo de las moscas y quería comérselo. Ya sabes, él tan bruto
como siempre. Pero se lo quitamos todo, eso es verdad. Y luego fuimos a
ver a Pío. No es que nos fiáramos mucho de él, pero el trabajo estaba
muy bien y el pago aún mejor. Así que lo vamos a ver, y Miguel me está
mirando y sonríe como si esperara algo de mí. Al final me molesta y le
doy un puñetazo y se arma una gorda, así que a Pío le entra miedo y no
sale. Así que Ramón y yo nos colamos por una ventana y entramos, y Pío
ahí dentro muerto de miedo. Tu Fernando ha sacado cuchillo, lo de ahí
fuera es un peligro, le digo. Y se recompone y se pone de pie y es mucho
más alto que yo. Al final las cosas funcionaron bien porque con el
cague que le entró ya ni intentó timarnos, y Ramón y yo salimos de ahí
contentos. Pero ahí fuera está la pasma, y catorce uniformes, y salimos
corriendo. Creo que cogieron a Miguel. Así son las cosas.
Así que nos
lo dividimos y salimos corriendo. Yo cogí un coche, no sé qué pasó con
él. El coche era un Seat bastante decente, se le echa un poco de menos.
Acelero y luego veo que en el asiento de copiloto se ha sentado Antonio,
pero ya no me importa mucho. Salgo de la ciudad porque soy una lombriz.
Pues
la verdad es que apenas nos quedaba. “El oro es lo único con valor así
que no se puede cambiar por nada”, me dijo Antonio. Pero encontramos a
un farmacéutico y lo cambiamos. Sabíamos que estaba en ello porque Pío
nos había dado un mapa cuando empezamos a trabajar. El mapa estaba
bastante mal dibujado, cosa de Francisco, pero se entendía, y el
farmacéutico estaba de verdad en ello. Teníamos mucha italiana así que
nos cargamos de boliviana. Luego la carretera era larga. Después no lo
era. Antonio estaba desnudo y vomitaba. El vómito nos debía guiar de
vuelta a la farmacia si necesitábamos más. El vómito también nos
permitía saber lo larga que era la carretera porque nos mosqueaba no
saber si era larga o corta. Luego Antonio paró de vomitar y vomité yo.
Llegamos
a la frontera sin saber si era larga o corta. Entonces nos habíamos
unido a una furgo. Eran quince, y nos dieron dos pistolas. Lope
conducía, y era bueno. Tenían mucha y compartimos. A Antonio le dio una y
tuvimos que pincharle, pero no despertaba. Estaba pálido. Al día
siguiente se despertó muy tarde y gritó y nos despertó a todos. Pedro le
dio un puñetazo. Antonio mordió el puño y luego la oreja y luego el
resto. Al final Lope le disparó, y Antonio volvió a gritar y se apartó
de Pedro. Antonio saltó y se disolvió, y luego sus restos fueron
esparciéndose y nos siguieron. Lope arrancó y aceleró y dio varias
vueltas para ahuyentar a los restos pero eran más rápidos que nosotros
así que tuvimos que pensar. Luego dejamos que entraran y entonces
saltamos y Lope quemó la furgo. Pedro estaba dentro y se murió pero se
habría muerto igual según Lope. Los restos se quemaron dentro y creo que
Antonio se murió. Lope me dijo que tuviera cuidado porque a lo mejor me
seguiría. Luego robamos varios coches y seguimos y aún nos quedaba un
poco.
En la frontera yo me estaba evaporando. Lope me dijo que me
escondiera porque se veía el humo, pero un guardia me vio. “Otro capullo
más, dad la alarma”, dijo, y Lope le mató. Luego mató a otro. Luego
salieron muchos. Lope me dijo que saliera y les diera pantalla de humo
pero afuera me evaporaba más rápido y volví al coche. Luego Lope se
murió. Yo abrí las ventanas y aceleré y los guardias no me acertaron así
que me fui.
En Oporto no estaba bien. No me evaporaba pero
Antonio me seguía. Así que salté del hotel para acabar de evaporarme.
Luego me rehize y estaba en Lisboa. El que me rehízo era un viejo chulo
brasileiro que había venido a Portugal. Me puso la marca y le obedecí
así que trabajé en la calle. Ahí estaba Antonio. Me dijo que ahora era
dueño de una tienda de las afueras de la ciudad. Le acompañé y me enseñó
su casa. Me dijo que ahora era un hombre casado y que ya no tenía. Me
llevó a la trastienda y me enseñó un túnel. Me colé y no vino, así que
fui. Sabía por primaria que allí vivían los Entecernarios.
En el
túnel vivían los Entecernarios. Me saludaron con abrazos y besos, y me
llevaron a una cama enorme. La cama estaba hecha de hojas unidas con
saliva entecerniana. Así que dormí y cuando me desperté ya tenía brazos.
Así que los Entecernianos me levantaron y me sentaron y me pusieron a
escribir. Luis me ayudó a distinguir las letras y parecían españolas.
Vicente me dio mucho papel y comida, y Pedro, que era otro Pedro, me
ayudó a mover los dedos. Federico se encarga de que siempre tenga ojos.
Así que escribo y soy viejo.
Rafael Alberti, 15 de diciembre del 2013
GENESIS REVISITED; ONE
Han
pasado muchos años desde que Genesis desapareció. Peter Gabriels creo
que está muerto, o casi. Bueno, todos estamos muertos. Akerfeldt no está
muerto, y sigue habiendo música, pero música haber hay siempre, aunque
no siempre sea buena, pero la de Akerfeldt es buena.
Hacía años que
no escuchaba a Bob Dylan, y me parece tan estúpido como siempre. Su
música no tiene sentido. No es un poeta. O, si lo es, lo es de la forma
más cutre. No es como Cohen, Cohen me gusta. Cohen está muy bien. Aunque
he escuchado poco de Cohen, porque me da miedo que no me guste. Si no
escucho cosas suyas puedo pensar que me va a gustar. En el fondo eso es
el arte abstracto, ¿no? Si no hay concreción entonces hay muchas
concreciones. Pollock me gusta mucho, aunque no tanto, Bacon es mejor.
Qué tontería intentar interpretarlo. Como los que dicen que Lynch cuenta
“la vida de Cristo”. Lynch también me gusta mucho, pero no se puede
interpretar. ¿Es que todavía no somos cuánticos? Nos sobra mística.
Estoy
escribiendo esto porque estoy releyendo a Alberti. Rafael Alberti, el
poeta español, aunque sospecho que éste no es el Alberti-Alberti. A lo
mejor es un Alberti abstracto, es lo que he pensado al leerlo, nunca he
leído nada de Alberti que sea ésto ni se que sea como ésto. Me recuerda a
Burroughs. Al mismo tiempo me recuerda a mí, me gusta pensar que se
refiere a mí. Pasan muchas cosas y todas son muy realistas.
Sinceramente, no sé qué es este Alberti. O quizás sí. Supongo que lo sé
del mismo modo que sé un cuadro de Pollock pero que lo que sé es el
cuadro de Pollock, no algo que está fuera del cuadro de Pollock. Sé que
Alberti, pero no sé nada alrededor de Alberti.
Estoy cansado. No me
ha salido bien este disco, y ya no toco la guitarra. Y Akerfeldt es
bueno, pero Elvis no. Cuando se me aparece Elvis me siento como Buñuel
ante la virgen, porque yo no creo en él. Porque ya no se puede creer en
él.
Creo que los Entecernianos existen. He encontrado un texto de
1994 de Jorge Luis Borges en el que afirma, “Los Entecernianos viven en
las tuberías de Lisboa y se alimentan de los poetas de Lisboa”. Aunque
creo que no se refiere a Portugal. Me da la impresión de que simplemente
no se atreve a nombrar la ciudad, porque entonces se concreta, y al
concretarla los horrores del lugar se escaparían y lo alcanzarían y lo
arrastrarían y los Entecernianos beberían su sangre (Borges no dice que
beban sangre, pero Cortázar sí porque Cortázar siempre ha sido más
atrevido).
Así que voy a viajar allí. No me importa que se alimenten,
porque he sido tan viejo, tanto tiempo. Y un viejo sólo puede morir
rápido porque ser viejo es la cosa más nebulosa que hay. Estoy en una
carretera, y las nubes van muy rápido. No hay coches, pero sí hay yo. Y
no sé si la carretera es larga o corta, y no tengo ganas de vomitar. Así
que llego a la frontera y sigo sin saber si es larga o corta.
Voy a España para morir.
Steve Hackett
GENESIS REVISITED; TWO
¿Quién soy? Es la misma pregunta cutre que todos nos hacemos.
¿Soy un individuo? Demasiado simple. ¿Soy parte de un colectivo? Demasiado simple.
Cuando
estaba en Genesis, ¿era Genesis? Es decir, ¿era Genesis o era yo en
Genesis? ¿O era yo + Genesis? ¿O era acaso Genesis – yo? ¿Era parte de
Genesis, Genesis era parte de mí, todo yo era Genesis, Genesis era todo
yo? ¿Genesis era un individuo o un colectivo? ¿Yo era un individuo o un
colectivo?
Así que dejé de ser Genesis para ver si podía ser yo. Ni Hackett ni Collins lo entendieron, pero yo tampoco.
Mis
álbumes en solitario fueron algo así como un intento de ser yo de
alguna forma. O de ser un colectivo. O de ser parte de un colectivo. A
esas alturas estaba tan confuso que no tenía ni idea. Me pasaba los días
con calor y las noches con frío. Besaba la calefacción y vomitaba por
la ventana. Escuché mucho a Elvis y leí mucho a Kant. Elvis no me
gustaba, Kant sí; esperaba que mezclarlos consiguiera llevarme, por
oposición del sí y del no, a alguna averiguación sobre mí, al estilo de
Hegel.
No funcionó, por supuesto, y al final me cansé. Simplemente
eso. Me cansé. Dejé de preguntármelo. Dejé de cantar. Dejé de componer.
Dejé de hablar. Dejé de comer. Dejé de beber.
Empecé a subsistir. Fue
una época extraña. Todo se presentaba con facilidad, con ligereza, con
la insustancialidad que le era propia. Nada era fuerte. Se podría decir
que todo recibió esa suavidad con la que hasta entonces me captaba a mí
mismo
La abulia fue desapareciendo un poco por su cuenta. Como toda
forma de honestidad. O falsedad. O yo qué sé. Ahora estoy en un estado
extraño. Pienso poco. O mucho. Según como se mire. Estoy siempre
pensando, pero ahora el pensamiento es el suave. El resto es fuerte y el
pensamiento es suave. Electricidad escuchando a Pink Floyd. Lágrimas
paseando por Epping Forest (Donde todavía se ven tumbas de la guerra
civil). Gemidos viendo a Buñuel. En el fondo supongo que no abandoné la
abulia.
Estoy podrido, eso lo sé. Empezó por el estómago y ahora se
ha extendido al resto del cuerpo. Es el cáncer, es la peste, es la
sífilis, es la gripe, es la misma definición y esencia de Enfermedad. Yo
soy la misma definición y esencia de Enfermedad. Yo soy la Enfermedad.
He
aceptado la invitación de Hackett. Hackett cree que estamos muertos,
pero no lo estamos. Hackett cree que estoy muerto, pero no lo estoy. Iré
con él a España, pero no para morir. Yo me esparciré. Me disolveré.
Seré una epidemia.
Ah. Aaaaah. España es el único lugar en que me es
posible estar. No estoy muerto, y nunca moriré. La muerte ya es un ideal
imposible. Un mundo inalcanzable. No puedo morir, así que mataré. No
puedo morir, así que me disolveré. No puedo morir, así que me
transformaré.
Veo una carretera, pero no me veo en ella.
Peter Gabriels
EL REY CARMESÍ
Por primera vez en mucho tiempo, Robert Fripp viaja a España.
No
es, por supuesto, un viaje de placer (¿Quién haría un viaje de placer a
un lugar como España?). Viaja a España porque se lo han pedido, y
porque allí hay música, y porque tiene que bautizar esa música.
Fripp
descansa en el avión que Gabriels le ha alquilado. A Fripp le fascina
la forma del avión, porque es tan pequeño que parece como un huevo del
que salen dos gigantescos picos. A Fripp le gustaría poder mirar el
avión desde fuera durante todo el viaje, pero, por supuesto, no puede,
así que se conforma con observar el techo.
El padre del rock
progresivo lleva tanto tiempo mirando el techo que le parece que cambia
de forma. El blanco se superpone al blanco, el blanco agujerea el
blanco, el blanco abomba el blanco, el blanco se cierra sobre el blanco.
Por qué no estará pintado. A Fripp le gusta el rojo, es el color de su
música, lo ha sido siempre, en el momento en que su música intentaba ser
roja fracasaba, pero no el blanco. Blanco es Genesis, no King Crimson,
piensa. Este es un avión de Genesis. Fripp empieza a sentirse como un
extraño. Le gustaría sangrar hasta conseguir pintar todo el avión de
rojo. Pero tampoco puede, así que simplemente intenta mirar su lengua.
FRIPP:
Es extraño. Llevo décadas diciendo a la gente que se muera, y ahora me
van a matar a mí. Bueno, supongo que en realidad no es tan extraño,
simplemente se está intentando vengar. ¿Pero Hackett? No me lo esperaba.
Creía que yo y Genesis nos llevábamos bien. Fui al bautizo, besé a los
fans, hice todo lo que era necesario. ¿Qué esperan encontrar en España?
Aaaaah. Qué fastidio. ¿Por qué yo? ¿Por qué han de arrastrar a sus
obsesiones al hombre que ha superado todas las obsesiones? ¿Por qué
llamar al hombre que no está ni vacío, ni lleno? ¿Qué quieren de mí?
¿Quieren siquiera algo de mí? Ah, necesito un poco de Discipline...
GENESIS REVISITED AS CRIMSON
El concierto fue bastante extraño.
Dado
que la música de Genesis y la de Crimson nunca había tenido mucho que
ver, la decisión previa fue que se limitarían a improvisar.
Gabriels
se encargó del teclado y de la voz. Aunque se notaba su edad, su voz
seguía teniendo esa especie de cualidad sentimental, atrayente, un tanto
desgarradora de siempre.
Hackett y Fripp tocaron la guitarra. El
místico virtuosismo arcoiris de Hackett y la desesperada distorsión
púrpura de Fripp desentonaban vivamente, y parecía que una guitarra
quería destruir a la otra pero que no acababa de conseguirlo. Pero este
contraste, en lugar de destrozar la música, la hizo, de alguna extraña
manera, más dinámica, más contrastada, más viva; el periodista Manuel
Vilas lo nombró “una de las mejores experiencias de su vida” (A pesar de
que no había ni bajo ni percusión, lo cual hace pensar, lo cual ha dado
lugar a hipótesis de que podrían haber sido afectados por algún gas,
posible explicación también de su posterior comportamiento).
Actualmente, el concierto es especialmente infame por el final.
En una estúpida ironía bíblica, el rey destruyó a su creación.
Hackett
fue el primero en caer. De pronto, durante el que fue definido como “el
más impresionante solo de su vida”, arrojó su guitarra al público (del
que, por otro lado, no tenemos noticias más que entre ellos estaban
Manuel Vilas y un tal Alberti) y se puso de rodillas. Gritaba, pero la
voz de Gabriels subió de volumen, y nadie pudo entender lo que decía.
Fripp se acercó a él, se sacó un cuchillo del bolsillo, y lo degolló. Su muerte fue instantánea.
En
este punto, Vilas comenta que “aunque pareca irreal, Fripp seguía
tocando mientras hacía todo eso. Tío, era impresionante, como una
especie de sacrificio humano, como si Fripp fuera el puto chamán y
nosotros fuéramos un grupo de fieles y estuviéramos girando y gritando y
cantando alrededor de una hoguera. Nunca había sentido nada así, y por
todos los dioses que amo el chamanismo.” Por lo visto, la mezcla del
sacrificio y la calidad musical llevó al escaso público a un estado casi
catatónico, a algo muy cercano al coma, y apenas se dieron cuenta de la
realidad de lo que estaban presenciando.
Luego le tocó el turno a
Gabriels. Al contrario que Hackett, Gabriels continuó cantando y tocando
mientras sucedía. Y lo que sucedió fue considerablemente más extraño.
Cuando
Fripp, que si nos hemos de fiar del testimonio de Vilas no paró en
ningún momento de tocar, degolló a gabriels, éste se disolvió. No es que
se cayera, ni que se desangrara, ni que se derrumbara; simplemente se
disolvió, o, en palabras de Manuel Vilas, se evaporó. Una descripción
posterior del periodista: “Fue como si de alguna forma todo el escenario
fuera el ojo y Gabriels fuera el párpado y el ojo estuviera cerrado.
Por un momento, Gabriels no fue nada, o, más adecuadamente, fue nada;
luego, el ojo se abrió, y más allá del párpado no había nada, y había un
olor extraño y fue cuando vi la puta niebla. Pero francamente no me
daba cuenta, estaba demasiado ocupado teniendo algo muy parecido a un
orgasmo musical. Francamente, apenas notaba que sólo quedaba Fripp;
nunca había oído a nadie tocar una guitarra así. De hecho, apenas me
puedo creer, recordándolo, que ahí sólo estuviera sonando una guitarra y
no todos los instrumentos del mundo en una perfecta distorsión
contorsionada. Francamente, no me arrepiento de haber ido, y me importa
una mierda morirme o haber contemplado el apocalipsis o qué sé yo qué
porque el universo entero se justificó y me sonrió con ese solo, y fui
más feliz de lo que había sido nunca.” Unas horas después, Vilas murió
en el hospital de San Juan de la Cruz, en el que fue ingresado una
semana después del concierto con esa serie de síntomas que ahora nos son
a todos conocidos. Murió tres días después de ser ingresado,
convirtiéndose por tanto en el primero de una epidemia que ya se ha
cobrado la vida de 200 millones de hispanohablantes (Nadie sabe todavía
por qué sólo afecta a los hispanohablantes, y menos por qué afecta sólo a
los que tienen un nivel mínimo de C1 en el idioma. Vilas, en sus
novelas, delira sobre la posibilidad de un virus insertado en la lengua
inglesa; ¿será posible que haya algo por el estilo en la lengua
española? Por supuesto, esta hipótesis está prácticamente desechada,
pero, ¿cómo explicar si no la epidemia? No faltan los místicos, los
lectores de Cioran, que gritan que todo se debe a “la desesperación de
un pueblo que descubre que no puede volver a la historia”, a “el lógico
resultado del profundo ridículo que es y ha sido siempre España”, a “el
precio de intentar mantener la ilusión de una identidad colectiva
completamente ajena al avance de la historia”. El autor de este artículo
prefiere no pronunciarse).
Javier Calvo
VIDA Y TRABAJOS DE RAFAEL ALBERTI: CAPÍTULO 15
No puedo estar seguro, pero creo que los tres lo sabían.
Es decir, ¿por qué iban a venir si no a España? ¿Por qué molestarse con algo que no acaba de conseguir existir?
Aunque no creo que todos me leyeran, sí sospecho que los tres entendían. Al menos hasta cierto punto.
Bueno,
vale, volviendo a pensarlo, supongo que más intuir que entender, que no
es lo mismo. O entender pero no comprender, o entender el algo pero no
entender algo. Lo siento, lectores, pero no sé explicarme, y creo que os
estoy dando la impresión (Quizás acertada) de que España era algo así
como un cuadro de arte abstracto.
Si algo aprendí con los
Entecernarios, fue que la concreción es una pesadilla. No sólo es que
hoy en día considero indefendible un trato de la realidad como algo
fijo, concreto, móvil o estático, dinámico o adinámico, ridículo o no
ridículo, definido o indefinido. Es que, a lo mejor es sólo una
impresión mía, pero creo que si fuera cualquier de estas cosas sería una
pesadilla.
Quiero decir. ¿No sería horrible que la realidad fuera
estática? ¿Y no sería peor que fuera móvil? De hecho, ¿no sería horrible
que fuera o no fuera? Las definiciones son algo monstruoso, ¿no? No sé.
¿Habéis leído mi historia? Es real, por supuesto. Y no estaba paseando
por algo concreto, sino por España. ¿Comprendéis? Estaba viviendo
España. Estaba moviéndome por España. Y luego creí que había salido de
España, pero donde ponía Oporto quería decir Galicia y donde ponía
Lisboa quería decir Madrid. No se puede “salir de” España, porque España
no es un ente. No es algo concreto, limitado, un “aquí-sí y ahí-no”. La
única forma de definir un cuadro de Pollock es decir que es un cuadro
de Pollock, ¿no? Bien: Del mismo modo, la única forma de definir España
es decir que es España.
Hace tiempo que abandoné la estúpida ilusión
de que España no existía, y hace aún más tiempo que abandoné la estúpida
ilusión de que España existía.¿Lo comprendéis? Realmente, creo que de
esos tres sólo Fripp lo entendía; Gabriels estaba convencido de no,
Hackett estaba convencido del sí, pero sólo Fripp estaba convencido de
que ni no ni sí. Sólo Fripp sabía no saber. Coño, ya conocéis el
resultado; francamente, de esos tres, sólo Fripp estaba vivo.
Se
suele decir que Gabriels es la enfermedad y que su conversión en
enfermedad es lo que provocó la epidemia, pero no es cierto. Hackett y
Gabriels tuvieron la misma culpa. No encontrarás a nadie diciendo que la
enfermedad es pura construcción, pero la enfermedad tampoco es pura
destrucción; la enfermedad toma un poco de ambas sin acabar de ser de
ninguna manera ninguna de las dos. Fripp, en su papel de Dios, de rey,
de gran diablo y creador de todo lo que es la música, era la auténtica
enfermedad; Fripp reunía a ambos, Fripp era tanto Hackett como Gabriels y
sólo tenía que liberarlos y dejar que la historia siguiera su curso.
Porque
lo que faltaba era la enfermedad. Nos estábamos destruyendo sin
enfermar. Nos estábamos cayendo sin decadencia. Nuestro mundo ya era
sucio, cerrado, apocalíptico; sólo faltaba que se le diera el último
empujón para que lo español pasara finalmente del estadio intermedio al
estadio de decadencia.
Apenas queda tiempo. Pronto, muy pronto,
saldremos definitivamente de la historia. Y entonces los Entecernarios
saldremos y reiremos y correremos y gritaremos y viviremos y seremos
felices dede entonces hasta el final de los tiempos porque al fin nos
hemos ido, al fin hemos desaparecido, al fin nos hemos apartado, y la
historia no significará nada, y la historia dejará de significarlo todo,
y la historia se apartará y estará a un lado y nosotros nos apartaremos
y estaremos al lado opuesto, y seremos como dos líneas paralelas que
nunca se tocan en ningún punto.
Sí. Sí, sí, sí. Llevo esperando esto
tanto tiempo. Tanto tiempo. He sido tan viejo, tanto tiempo. He sido tan
joven, tanto tiempo. He sido tan España, tanto tiempo. He sido tan poco
España, tanto tiempo. Sí. Sí, hijos de puta, sí. Rápido, ven, rápido,
ven, ven, rápido, joder, más rápido, más rápido, sí, sí, sí, rápido,
rápido, rápido, rápido-