lunes, 1 de julio de 2013
Qué desgracia (Berg).
Qué desgracia, qué desgracia. No, no me lo esperaba. Qué desgracia. Qué desgracia, qué desgracia. Quién se lo hubiera esperado. Semejante desgracia. Qué desgracia. ¿Así quedo bien? Qué desgracia, qué desgracia. Niña, muévemelo un poco a la derecha. Fortachón, apúntame bien con eso, sí, así es. Los malditos jóvenes que sois. Pero qué desgracia. No sabéis captar hasta qué punto es una desgracia. Desgraciadamente, porque es una desgracia que no sepais captar la desgracia. Qué desgracia, qué desgracia. Cierra la boca. Es una desgracia, y sólo yo sé apreciar que lo es, y hasta qué punto lo es, y cómo lo es. Yo, sólo yo comprendo. Qué desgracia. Desgracia mitológica, hijos. Que os creéis muy vuestros, pero no, que no ha cambiado. Ni que fuerais a entender las cosas mejor que yo. Hijo, gira un poco esa luz. Sólo un poco. Mirad, es una desgracia en el sentido en que la historia de Orfeo y Eurídice es una desgracia. Que sí. Así, un poco a la izquierda. Desgracia mitológica, sí señor, desgracia cargada de épica y tragedia. Y todo descolocado. El leñador cavando. El lobo asesinado. Pero todo sigue igual. No sabéis captar las desgracias, hijos, porque las desgracias no son sólo desgracias. Las desgracias van más allá de sí mismas y se insertan en otro orden de cosas, sí señor. De hecho, las desgracias prácticamente forman ese orden de cosas; muy poca alegría vais a encontrar en la mitología, hijos, porque muy poca alegría vais a encontrar en las desgracias, y las desgracias son la materia de la que están hechas las cosas que realmente son. Aquí, mejilla derecha. Realza. Muy bien. No sabéis nada, hijos. No sabéis que cada desgracia es producto de una singularidad y de una repetición. Que esto lo tengo yo muy claro. ¿Ha ocurrido? Claro que sí. Pero se podría igualmente admitir que no ha ocurrido. Vosotros no podéis admitir ésto, y os quedáis con sólo un lado de la moneda. No lo entendéis. La desgracia, la desgracia es la esencia de todo. Todo es desgracia o no-desgracia, ¿sabéis?, y la no-desgracia viene sólo como contraparte de la desgracia, la desgracia no está ausente en la no-desgracia. Todo es repetición, sí señor, como dicen vuestros pequeños nihilistas, pero esa repetición sólo se puede sostener en su propia imposibilidad. La mitología misma implica que los sucesos sólo son simulacros de sí mismos. Es todo un juego, como siempre. Ya lo dicen todos los buenos. Hazme el favor, pásame el paño. Hijo, que no puedo moverme mucho, ten un poco más de energía. Ay, qué desgracia. También es una desgracia que ninguna desgracia pueda aspirar al título de desgracia. ¡Oh!, la estructura del mundo es muy extraña, hijos. Que os lo digo yo. Al final uno sólo puede quedarse mirando embobado cómo las constelaciones se van formando por sí solas. Todo ésto es una repetición de pensamientos obsesivos de un hombre loco, atado a una silla, ojos totalmente abiertos. Y todo es una desgracia, hijos. Qué desracia, qué desgracia. Desgraciada la desgracia que no puede desgraciar, amén. Desgraciamén. ¡Berg! Berg. Bergueando vamos aguantando, hijo. Tú berguea mucho, todo lo que puedas, con muchos bergs muy bonitos. Acércame un poco el berg. Así, por toda la cara, te parecerá bonito. Berg. ¡Berg! Desgracia. Berg berg. Berg berg berg. Berg berg. Todo está aquí, hijos, berg berg. Las cosas son de una forma, y no de otra, y justo por eso las cosas no son de una forma ni de otra berg. Ni de un berg, ni de otro. Berg berg. Berguead todo lo posible, no seais tontos. No intentéis cosear las cosas, sólo bergueadlas. Berg berg. Qué desgracia. Bergracia. Verbigracia. ¡Su santidad, qué pronto ha llegado! Sí, sí, Susan, les estaba hablando sobre el Berg y la desgracia, pero no pillan nada, no se enteran de nada, como nadie se entera nunca de nada. Anda, pon la tele, Susan, que ni eso saben hacer sin convertirlo todo en algo vacío y estúpidamente carente de Berg. Que a ver qué vamos a hacer sin berg. Coño ya. Es una desgracia cargada de berg. Vosotros dejad que todo se llene de berg, y ya veréis como empezáis a entenderlo todo mucho mejor. Aunque a lo mejor ni podéis. Berg, berg, mucha sabiduría y muy poca cabeza. Sí, Susan, debe de ser la política, que los pierde ya desde pequeños. En la política no hay Berg posible. Hijos, no sepais nada de historia. En serio. La historia carece totalmente de Berg. La historia es pura política, y la política es la pura ausencia de berg. Berg berg. Las desgracias políticas no son desgracias hasta que dejan de ser políticas. Berg berg. Tanto perderse en un mundo que entendéis. Oh, yo soy tal, tú eres tal, pero ¡pam!, llega la escritora fría, y ¡pam!, debajo está el terror de lo vivo. Qué tontería. Ambos. Qué tontería. Si todo es mitología y Berg, y más allá de eso no hay nada. Berg berg. Berg berg. Señor presidente, háganos el favor de volarse los sesos. Sonría para la foto. Antonio quería berguearse a su chica, pero su chica le dijo que Berg. Berg. Berg. Susan, Susan. Berg berg berg berg. Moved la luz. El polvo. Talco. Polvo. Talco. Polvo. Luz. Talco. Berg. ¿No lo véis? Es claro como la jodida geometría. Antonio no se la pudo berguear, ¿así que qué hizo? Pues hizo Berg. Y ese Berg era tan nuevo que era viejo. Y la singularidad de la repetición pasó desapercibida a los arrogantes jovencitos que se creían parte de una generación distinta y que no tenían ni idea de lo que era la desgracia. Ni el Berg. Señor presidente, señor presidente. Señor presidente, ¿está usted ahí?, señor presidente. Grítelo, señor presidente, y sonría, señor presidente. Señor presidente, sonría, los sesos mancharán la pared y formarán la palabra "BERG", el Verbo puro, la única, lo único, oh, dioses, no. No lo sabéis. No lo sabéis. Quiero arrancarme todos los pelos. Susan, arráncame los pelos. Susan, Susan. Susan, las rubias de Hitchcock. Drácula. La desgracia. No lo entienden. No saben nada. Susan, Susan. El señor presidente está sonriendo y le veo todos los dientes, Susan. Todo va bien. Todo va bien. Vuelve, vuelve, vuelve, vuelve, vuelve. Mar, mar, mar. Vuelve, mar, desgracia del mar, todo metido en un embudo con un poco de leche. Un queso delicioso, se lo decíamos siempre. Qué desgracia. El queso, la desgracia. Ahí está. Berg. berg berg berg berg berg. ya basta. fuera. señor presidente, por favor, vuelva a devorar sus sesos. señor presidente. susan, háblame. susan, bendice la mesa. hoy de comer hay berg. susan, ¿no lo ves?, susan, quiero que me rescates. susan, sácame de esto. susan, susan. me oprime. susan. no hay nada de lo que salir y no puedo salir. no hay nada de lo que no pueda salir saliendo pero no puedo salir ni entrar. no puedo entrar. no entro. no salgo. susan, susan. vuelve. susan, está volviendo. susan, las obsesiones de la realidad, ni yo misma las entiendo, susan, menudas mentiras les estaba soltando a esos jovencitos. susan. es una desgracia. es una desgracia. qué desgracia, susan. qué desgracia.
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