domingo, 21 de julio de 2013

Microdeath sofstar

Hoy ha sido un día aburrido, escribió en su diario. No ha pasado nada en particular, escribió en su diario. No ha comenzado nada ni acabado nada, escribió en su diario. No ha habido nuevas palabras ni viejas palabras ordenadas de formas nuevas, escribió en su diario. No ha habido nuevos hechos ni viejos hechos ordenados de formas nuevas, escribió en su diario. En general, mismo día que ayer, y que anteayer, escribió en su diario. Misma forma, distinto contenido, escribió en su diario. El contenido no importa una vez es traspasado por la forma, escribió en su diario. Retorno, retorno y retorno, escribió en su diario. Y al final del día lo escribí en mi diario, escribió en su diario.

James es un chico normal.
John no es un chico normal
James se mueve de formas habituales. Camina sin pensar demasiado en el acto de caminar. Come, bebe, disfruta, corre, fornica, siempre sin salirse de los cánones y sin pensar siquiera en ellos.
John se mueve de formas habituales. Camina pensando demasiado en el acto de caminar. Come, bebe, disfruta, corre, aunque no fornica, siempre sin salirse de los cánones y pensando demasiado en ellos.
James y John son amigos. James no piensa demasiado en el hecho de que son amigos. James quiere mucho a John. James considera a John uno de sus mejores amigos. James confía casi ciegamente en John. James recibiría una bala por John. A veces lo piensa. Pero no mucho. Lo considera normal. Es normal. Uno hace cosas por sus amigos. Uno confía en sus amigos. John es su amigo. Él, James, es amigo de John. Se saludan y se insultan de broma y se dan palmadas en la espalda. Tienen bromas recurrentes y se cuentan las mismas cosas ocurridas en diferentes momentos. John habla de castrarse. James se ríe y le da una palmada en la espalda. John se ríe y dice que sería un derroche. James se ríe y está de acuerdo. John se ríe y añade que está siendo un derroche, igualmente. Ambos se ríen.
James está contento. O no lo está. Disfruta. A veces está triste. No mucho. Le pasan cosas malas. A veces ocurre. Es normal que pasen cosas malas. Intenta no darles importancia. Pero a veces le duelen. Se las suele contar a John. John le intenta animar. James se deja convencer. James sufre y disfruta. Le pasan cosas buenas además de las malas. James piensa que le pasan más cosas malas que buenas. John le dice que no le de tantas vueltas. James está de acuerdo. Pero le da vueltas igualmente. Le parece que no tiene una buena vida. Le parece que está triste y que de algún modo no es feliz. Pero igualmente está contento, sobre todo cuando está con John. Se siente realmente cómodo estando cerca de John.
John no se siente cómodo con James. Pero se siente cómodo, en cierta manera. John sabe desenvolverse cuando está con James. Pero no se desenvuelve, sino que desenvuelve algo. De alguna forma, todo lo que habla con James son invenciones, y es consciente de ello. John aprecia mucho a James. Pero no puede acabar de apreciarlo del todo. John no recibiría un balazo por James. John sabe que debería recibir un balazo por James, pero no se siente capaz; John sabe que si tuviera que escoger su vida o la de James, escogería la de James, pero no por James, sino por él mismo.
John piensa mucho en el suicidio. No se lo cuenta a James. John sólo le cuenta a James las cosas que James le cuenta a él. John se siente como si sólo parte de él fuera amiga de James. John piensa que si le dieran la oportunidad de morir la escogería aunque eso perjudicara a James. A lo mejor incluso estaría dispuesto a que se murieran ambos si eso implicara que él, John, se muriera. John se siente una existencia espiral. Todo lo que le llega da miles de vueltas antes de ser absorvido. No es una esponja como James. Es una espiral. No una esponja. James es una esponja. John una espiral. James esponja, John espiral.
A veces se cansa de pensar de esa forma y piensa de otra. No le resulta difícil. En realidad no tiene una forma fija de pensar. En realidad siente que es extraño. A veces piensa que más que una espiral es un cono. Él está abajo. El cono apunta hacia abajo. Está en la punta. Arriba está lo demás. Lo demás es James, sobre todo, y las circunstancias y los hechos y las palabras. Pero tampoco es un cono. A veces John piensa que en realidad James y él son iguales. Eso no le disgusta. John quiere mucho a James. Pero John no puede querer del todo a James. John es demasiado extraño para querer del todo a James. O así piensa él. También piensa que en realidad es normal. Piensa que en el fondo quiere a James mucho más de lo que cree. Piensa que la espiral es distinta, que el hecho está abajo y él es el que va dando las vueltas hasta perder el origen de vista. John piensa demasiado.

"Is there anybody out there?"

Al principio, cuando la gente desapareció, John se sintió muy desconcertado. ¿Adónde habían ido? ¿Habían muerto? ¿Había habido una epidemia? ¿Cómo habían podido simplemente desvanecerse? John se devanó mucho los sesos. James estuvo más tranquilo. A James no parecía importarle. James nisiquiera lo mencionó. Así que John no se lo mencionó a James. Un día James fue a casa de John. A partir de entonces vivieron juntos. Se alimentaban de la comida que quedaba en los supermercados. De las latas de conservas de las casas. De lo que pescaban en el río. De los frutos que caían de los árboles. Adam y Steve, pensaba John, jocoso. Aunque no sentía ningún impulso erótico hacia James. James tampoco sentía ningún impulso erótico hacia John. James ya no fornicaba, por supuesto. James y John se hicieron iguales en eso. Pero sus conversaciones no cambiaron. John siguió quejándose de lo poco que ligaba. Siguió bromeando con la castración. James se reía y le daba una palmada en la espalda. Le hablaba de viejas conquistas. Cada vez más viejas. No podía renovarse. No tenía otra opción que repetir una y otra y otra vez las viejas. John temía y ansiaba el probable momento en que empezara a inventárselas. Sabía que, con el tiempo, se las creería. James era así. John también era así. John también se las creería.
James y John escuchaban música. Compartían gustos. Tenían tiempo, así que investigaban sobre todo tipo de bandas y géneros. Les gustaban todos. Decían que da igual el género si el músico es bueno. Escuchaban a Beethoven y luego a Elvis y luego a Pink Floyd y luego a Chopin y luego a Miles Davis y luego a David Bowie. Bailaban. Se inventaban bailes. O imitaban bailes. Internet funcionaba. Y había muchos libros. Así que aprendían mucho. De muchas cosas. Música y bailes, entre ellas. For the tree of knowledge is, actually, the tree of life, contradecía John a Byron, y James estaba de acuerdo. Ambos habían leído a Byron. Habían tenido tiempo. Les gustaba mucho Byron. Pero creían que en realidad había que conocer. Aprender. Disfrutaban de ello. Nada les gustaba más que aprender nuevos conceptos o leer nuevos poemas o bailar con nuevas ideas. Cada uno a su manera. James era infeliz pero estaba contento. John era infeliz y no sabía si estaba contento. Creía que sí. Fuera como fuera, tenían mucho que hacer. Y mucho tiempo. Muchísimo tiempo.

They didn't fade away. They weren't there to begin with.

John también aprendió mucho de cocina. James también aprendió de cocina. Pero James no cocinaba. James no sabía cocinar. No quería saber cocinar. No sabía por qué. Manías, decía, encogiéndose de hombros. Algunas cosas simplemente no me gustan. Como a ti. A ti no te gusta fregar. No te gusta nada. Así que lo hago yo. Pero para fregar no había que estudiar. Así que John tenía mucho más trabajo. Porque John estudiaba libros de cocina e historia de la cocina y aprovechaba su irreal superabundancia para cocinar cada día algo distinto a lo que James y él siempre o casi siempre respondían satisfactoriamente. Pero a John no le molestaba. John disfrutaba cocinando. John creía que disfrutaba cocinando. John tenía una sensación agradable al cocinar. Como al leer sobre cocina. O al escuchar música. O al leer a Byron. John tenía muchas sensaciones agradables. También muchas desagradables. Pero muchas agradables. James también. James se creía infeliz. O creía creerse infeliz. John no sabía si creerse infeliz. John no estaba  muy seguro. Tenía muchas sensaciones agradables. Pero también desagradables.
John no sabía cómo se sentía sobre la desaparición de la humanidad. Al principio le daba muchas vueltas. Le estresaba. Quería entenderlo. Pero le confundía. Y se sentía mal. Ahora ya no le daba vueltas. No se sentía tan mal. Pero a veces le parecía extraño. O tenía miedo. O echaba de menos. Sobre todo a sus padres. Y a su perro. También desaparecieron los perros. Y los gatos. A saber por qué. "A saber" era la fórmula que más se veía obligado a utilizar John en su cabeza al pensar sobre la desaparición. Aunque, de todas formas, ya apenas pensaba en ella. Simplemente ocurrió. O eso pensaba. James no pensaba sobre ello. Simplemente lo aceptaba. O no lo aceptaba. Lo negaba. O lo afirmaba. No lo sabía porque no pensaba en ello. Era como una especie de rumor sordo. A veces lo notaba. Otras, no. Cuando lo notaba, simplemente se quedaba quieto. Dejaba de hablar. O de fregar. O de atender a la música. O de leer a Byron. Se quedaba quieto. Esperaba. Entonces se iba. Y entonces James se relajaba y seguía a lo suyo. Fuera lo que fuera, en ese momento, "lo suyo". John no decía nada. John no tenía esos momentos. John no tenía esos momentos porque aceptaba el hecho de forma distinta. Era constante. No algo que se introdujera de repente. Era también un rumor sordo. Pero siempre lo oía. Era parte de lo desagradable. Lo que le hacía dudar de si calificarse de feliz o infeliz. A veces volvía a pensar en ella. Pero era menos expresivo que James. O eso creía. A lo mejor también a él se le notaba, y James, como él, no decía nada. No lo sabía. Pero no podían hablar de ello. Eso estaba claro.

Is it too much for you too soon? Does it haunt you? Are you afraid to follow through?
Is it too much for you too soon? Like perfume. When it turns on you.

Fear sucks the senses like a leak, feast upon the emptiness that is increased.
All you need is time, but time recedes behind.

Aunque ellos sí tenían tiempo, pensó, embriagado como siempre por el afrodisíaco que era la música de Phideaux. James había cerrado los ojos. Siempre los cerraba con Phideaux. Temblaba. A veces lloraba. Era interesante. John no se solía sentir tan conmovido por la música. O sí. Pero no era tan expresivo. James era mucho más expresivo que él. James se sentía conmovido por la música y ésta le aplastaba y le llevaba por dónde ella quería. John se sentía conmovido por la música y ésta le aplastaba y le llevaba por dónde ella quería, pero le quedaban reductos. No era tan invadido. Sentía cierta indiferencia. Cierta. En realidad quizás no fuera distinto de James. A James lo veía desde fuera. A John no lo veía desde fuera. No podía pensar en John como John. John era yo. James era James. Era distinto. A lo mejor a James le pasaba lo mismo. A James no le pasaba lo mismo. James simplemente se dejaba llevar. Pero John pensaba que a lo mejor a James le pasaba lo mismo. A veces John pensaba que había algo esencialmente distinto en sus formas de pensar. A veces no. James no pensaba en ello. Si James no piensa en ello, razonaba John, eso debería ser prueba suficiente de que eran distintos. Pero no sabía si James pensaba en ello. Porque él no le decía a James que pensaba en ello. Así que a lo mejor James pensaba en ello pero tampoco se lo decía. A lo mejor eran camaradas, más de lo que esperaba. Eso le relajaba. James no pensaba en ello.
El tiempo no se quedaba detrás. El tiempo estaba delante. O aquí. No lo sabía. Era extraño. James y él no crecían. Llevaban mucho tiempo en esa situación. Pero no crecían. Era extraño. No crecían. John pensaba en por qué no crecían. John no sabía por qué no crecían. A veces John se escondía para llorar. John se escondía para llorar porque estaba confuso y muy triste. Estaba confuso y muy triste porque su situación era muy confusa e incomprensible y extraña y misteriosa y horrible. James simplemente se paraba, de vez en cuando, como un autómata al que hay que volver a darle cuerda. Pero la cuerda se la daba él mismo. James era una máquina de movimiento perpetuo, pensaba John, y se reía. Para sus adentros. Se reía para sus adentros porque, si no, James le preguntaría que por qué sería. O no. Normalmente se reía cuando James estaba "apagado". Al menos por ese motivo. Se reía en muchas otras situaciones, claro. Pero en las demás situaciones el motivo de su risa solía estar claro para James. En esa ocasión no lo estaría. Y tendría que explicárselo. O quizás no, porque James estaría parado. Probablemente no reaccionaría. John no lo sabía, y no se sentía tentado a probarlo. John no se sentía tentado a hacer nada que pudiera poner en peligro el equilibrio que había alcanzado su amistad con James. John no quería poner en peligro los hilos que lo unían a James. John, al fin y al cabo, se sentía bien con James.

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