Hoy ha sido un día aburrido, escribió en su diario. No ha pasado
nada en particular, escribió en su diario. No ha comenzado nada ni
acabado nada, escribió en su diario. No ha habido nuevas palabras ni
viejas palabras ordenadas de formas nuevas, escribió en su diario. No
ha habido nuevos hechos ni viejos hechos ordenados de formas nuevas,
escribió en su diario. En general, mismo día que ayer, y que anteayer,
escribió en su diario. Misma forma, distinto contenido, escribió en su
diario. El contenido no importa una vez es traspasado por la forma,
escribió en su diario. Retorno, retorno y retorno, escribió en su
diario. Y al final del día lo escribí en mi diario, escribió en su
diario.
James es un chico normal.
John no es un chico normal
James
se mueve de formas habituales. Camina sin pensar demasiado en el acto
de caminar. Come, bebe, disfruta, corre, fornica, siempre sin salirse
de los cánones y sin pensar siquiera en ellos.
John se mueve de
formas habituales. Camina pensando demasiado en el acto de caminar.
Come, bebe, disfruta, corre, aunque no fornica, siempre sin salirse de
los cánones y pensando demasiado en ellos.
James y John son
amigos. James no piensa demasiado en el hecho de que son amigos. James
quiere mucho a John. James considera a John uno de sus mejores amigos.
James confía casi ciegamente en John. James recibiría una bala por
John. A veces lo piensa. Pero no mucho. Lo considera normal. Es normal.
Uno hace cosas por sus amigos. Uno confía en sus amigos. John es su
amigo. Él, James, es amigo de John. Se saludan y se insultan de broma y
se dan palmadas en la espalda. Tienen bromas recurrentes y se cuentan
las mismas cosas ocurridas en diferentes momentos. John habla de
castrarse. James se ríe y le da una palmada en la espalda. John se ríe y
dice que sería un derroche. James se ríe y está de acuerdo. John se
ríe y añade que está siendo un derroche, igualmente. Ambos se ríen.
James
está contento. O no lo está. Disfruta. A veces está triste. No mucho.
Le pasan cosas malas. A veces ocurre. Es normal que pasen cosas malas.
Intenta no darles importancia. Pero a veces le duelen. Se las suele
contar a John. John le intenta animar. James se deja convencer. James
sufre y disfruta. Le pasan cosas buenas además de las malas. James
piensa que le pasan más cosas malas que buenas. John le dice que no le
de tantas vueltas. James está de acuerdo. Pero le da vueltas igualmente.
Le parece que no tiene una buena vida. Le parece que está triste y que
de algún modo no es feliz. Pero igualmente está contento, sobre todo
cuando está con John. Se siente realmente cómodo estando cerca de John.
John
no se siente cómodo con James. Pero se siente cómodo, en cierta
manera. John sabe desenvolverse cuando está con James. Pero no se
desenvuelve, sino que desenvuelve algo. De alguna forma, todo lo que
habla con James son invenciones, y es consciente de ello. John aprecia
mucho a James. Pero no puede acabar de apreciarlo del todo. John no
recibiría un balazo por James. John sabe que debería recibir un balazo
por James, pero no se siente capaz; John sabe que si tuviera que
escoger su vida o la de James, escogería la de James, pero no por
James, sino por él mismo.
John piensa mucho en el suicidio. No
se lo cuenta a James. John sólo le cuenta a James las cosas que James
le cuenta a él. John se siente como si sólo parte de él fuera amiga de
James. John piensa que si le dieran la oportunidad de morir la
escogería aunque eso perjudicara a James. A lo mejor incluso estaría
dispuesto a que se murieran ambos si eso implicara que él, John, se
muriera. John se siente una existencia espiral. Todo lo que le llega da
miles de vueltas antes de ser absorvido. No es una esponja como James.
Es una espiral. No una esponja. James es una esponja. John una
espiral. James esponja, John espiral.
A veces se cansa de pensar
de esa forma y piensa de otra. No le resulta difícil. En realidad no
tiene una forma fija de pensar. En realidad siente que es extraño. A
veces piensa que más que una espiral es un cono. Él está abajo. El cono
apunta hacia abajo. Está en la punta. Arriba está lo demás. Lo demás
es James, sobre todo, y las circunstancias y los hechos y las palabras.
Pero tampoco es un cono. A veces John piensa que en realidad James y
él son iguales. Eso no le disgusta. John quiere mucho a James. Pero
John no puede querer del todo a James. John es demasiado extraño para
querer del todo a James. O así piensa él. También piensa que en
realidad es normal. Piensa que en el fondo quiere a James mucho más de
lo que cree. Piensa que la espiral es distinta, que el hecho está abajo
y él es el que va dando las vueltas hasta perder el origen de vista.
John piensa demasiado.
"Is there anybody out there?"
Al
principio, cuando la gente desapareció, John se sintió muy
desconcertado. ¿Adónde habían ido? ¿Habían muerto? ¿Había habido una
epidemia? ¿Cómo habían podido simplemente desvanecerse? John se devanó
mucho los sesos. James estuvo más tranquilo. A James no parecía
importarle. James nisiquiera lo mencionó. Así que John no se lo mencionó
a James. Un día James fue a casa de John. A partir de entonces
vivieron juntos. Se alimentaban de la comida que quedaba en los
supermercados. De las latas de conservas de las casas. De lo que
pescaban en el río. De los frutos que caían de los árboles. Adam y
Steve, pensaba John, jocoso. Aunque no sentía ningún impulso erótico
hacia James. James tampoco sentía ningún impulso erótico hacia John.
James ya no fornicaba, por supuesto. James y John se hicieron iguales
en eso. Pero sus conversaciones no cambiaron. John siguió quejándose de
lo poco que ligaba. Siguió bromeando con la castración. James se reía y
le daba una palmada en la espalda. Le hablaba de viejas conquistas.
Cada vez más viejas. No podía renovarse. No tenía otra opción que
repetir una y otra y otra vez las viejas. John temía y ansiaba el
probable momento en que empezara a inventárselas. Sabía que, con el
tiempo, se las creería. James era así. John también era así. John
también se las creería.
James y John escuchaban música.
Compartían gustos. Tenían tiempo, así que investigaban sobre todo tipo
de bandas y géneros. Les gustaban todos. Decían que da igual el género
si el músico es bueno. Escuchaban a Beethoven y luego a Elvis y luego a
Pink Floyd y luego a Chopin y luego a Miles Davis y luego a David
Bowie. Bailaban. Se inventaban bailes. O imitaban bailes. Internet
funcionaba. Y había muchos libros. Así que aprendían mucho. De muchas
cosas. Música y bailes, entre ellas. For the tree of knowledge is, actually, the tree of life,
contradecía John a Byron, y James estaba de acuerdo. Ambos habían
leído a Byron. Habían tenido tiempo. Les gustaba mucho Byron. Pero
creían que en realidad había que conocer. Aprender. Disfrutaban de
ello. Nada les gustaba más que aprender nuevos conceptos o leer nuevos
poemas o bailar con nuevas ideas. Cada uno a su manera. James era
infeliz pero estaba contento. John era infeliz y no sabía si estaba
contento. Creía que sí. Fuera como fuera, tenían mucho que hacer. Y
mucho tiempo. Muchísimo tiempo.
They didn't fade away. They weren't there to begin with.
John
también aprendió mucho de cocina. James también aprendió de cocina.
Pero James no cocinaba. James no sabía cocinar. No quería saber cocinar.
No sabía por qué. Manías, decía, encogiéndose de hombros. Algunas
cosas simplemente no me gustan. Como a ti. A ti no te gusta fregar. No
te gusta nada. Así que lo hago yo. Pero para fregar no había que
estudiar. Así que John tenía mucho más trabajo. Porque John estudiaba
libros de cocina e historia de la cocina y aprovechaba su irreal
superabundancia para cocinar cada día algo distinto a lo que James y él
siempre o casi siempre respondían satisfactoriamente. Pero a
John no le molestaba. John disfrutaba cocinando. John creía que
disfrutaba cocinando. John tenía una sensación agradable al cocinar.
Como al leer sobre cocina. O al escuchar música. O al leer a Byron.
John tenía muchas sensaciones agradables. También muchas desagradables.
Pero muchas agradables. James también. James se creía infeliz. O creía
creerse infeliz. John no sabía si creerse infeliz. John no estaba muy
seguro. Tenía muchas sensaciones agradables. Pero también
desagradables.
John no sabía cómo se sentía sobre la
desaparición de la humanidad. Al principio le daba muchas vueltas. Le
estresaba. Quería entenderlo. Pero le confundía. Y se sentía mal. Ahora
ya no le daba vueltas. No se sentía tan mal. Pero a veces le parecía
extraño. O tenía miedo. O echaba de menos. Sobre todo a sus padres. Y a
su perro. También desaparecieron los perros. Y los gatos. A saber por
qué. "A saber" era la fórmula que más se veía obligado a utilizar John
en su cabeza al pensar sobre la desaparición. Aunque, de todas formas,
ya apenas pensaba en ella. Simplemente ocurrió. O eso pensaba. James no
pensaba sobre ello. Simplemente lo aceptaba. O no lo aceptaba. Lo
negaba. O lo afirmaba. No lo sabía porque no pensaba en ello. Era como
una especie de rumor sordo. A veces lo notaba. Otras, no. Cuando lo
notaba, simplemente se quedaba quieto. Dejaba de hablar. O de fregar. O
de atender a la música. O de leer a Byron. Se quedaba quieto.
Esperaba. Entonces se iba. Y entonces James se relajaba y seguía a lo
suyo. Fuera lo que fuera, en ese momento, "lo suyo". John no decía
nada. John no tenía esos momentos. John no tenía esos momentos porque
aceptaba el hecho de forma distinta. Era constante. No algo que se
introdujera de repente. Era también un rumor sordo. Pero siempre lo
oía. Era parte de lo desagradable. Lo que le hacía dudar de si
calificarse de feliz o infeliz. A veces volvía a pensar en ella. Pero
era menos expresivo que James. O eso creía. A lo mejor también a él se
le notaba, y James, como él, no decía nada. No lo sabía. Pero no podían
hablar de ello. Eso estaba claro.
Is it too much for you too soon? Does it haunt you? Are you afraid to follow through?
Is it too much for you too soon? Like perfume. When it turns on you.
Fear sucks the senses like a leak, feast upon the emptiness that is increased.
All you need is time, but time recedes behind.
Aunque
ellos sí tenían tiempo, pensó, embriagado como siempre por el
afrodisíaco que era la música de Phideaux. James había cerrado los ojos.
Siempre los cerraba con Phideaux. Temblaba. A veces lloraba. Era
interesante. John no se solía sentir tan conmovido por la música. O sí.
Pero no era tan expresivo. James era mucho más expresivo que él. James
se sentía conmovido por la música y ésta le aplastaba y le llevaba por
dónde ella quería. John se sentía conmovido por la música y ésta le
aplastaba y le llevaba por dónde ella quería, pero le quedaban reductos.
No era tan invadido. Sentía cierta indiferencia. Cierta. En realidad
quizás no fuera distinto de James. A James lo veía desde fuera. A John
no lo veía desde fuera. No podía pensar en John como John. John era yo.
James era James. Era distinto. A lo mejor a James le pasaba lo mismo. A
James no le pasaba lo mismo. James simplemente se dejaba llevar. Pero
John pensaba que a lo mejor a James le pasaba lo mismo. A veces John
pensaba que había algo esencialmente distinto en sus formas de pensar. A
veces no. James no pensaba en ello. Si James no piensa en ello,
razonaba John, eso debería ser prueba suficiente de que eran distintos.
Pero no sabía si James pensaba en ello. Porque él no le decía a James
que pensaba en ello. Así que a lo mejor James pensaba en ello pero
tampoco se lo decía. A lo mejor eran camaradas, más de lo que esperaba.
Eso le relajaba. James no pensaba en ello.
El tiempo no se
quedaba detrás. El tiempo estaba delante. O aquí. No lo sabía. Era
extraño. James y él no crecían. Llevaban mucho tiempo en esa situación.
Pero no crecían. Era extraño. No crecían. John pensaba en por qué no
crecían. John no sabía por qué no crecían. A veces John se escondía
para llorar. John se escondía para llorar porque estaba confuso y muy
triste. Estaba confuso y muy triste porque su situación era muy confusa
e incomprensible y extraña y misteriosa y horrible. James simplemente
se paraba, de vez en cuando, como un autómata al que hay que volver a
darle cuerda. Pero la cuerda se la daba él mismo. James era una máquina
de movimiento perpetuo, pensaba John, y se reía. Para sus adentros. Se
reía para sus adentros porque, si no, James le preguntaría que por qué
sería. O no. Normalmente se reía cuando James estaba "apagado". Al
menos por ese motivo. Se reía en muchas otras situaciones, claro. Pero
en las demás situaciones el motivo de su risa solía estar claro para
James. En esa ocasión no lo estaría. Y tendría que explicárselo. O
quizás no, porque James estaría parado. Probablemente no reaccionaría.
John no lo sabía, y no se sentía tentado a probarlo. John no se sentía
tentado a hacer nada que pudiera poner en peligro el equilibrio que
había alcanzado su amistad con James. John no quería poner en peligro
los hilos que lo unían a James. John, al fin y al cabo, se sentía bien
con James.
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